Jorge Coira, que hace unos meses recibió el premio Goya al mejor montaje por su trabajo en el filme "El Desconocido" fue uno de los protagonistas de la semana del cine vilagarciano. Reconoce que nunca pudo imaginar que algunas de sus obras como "18 comidas" tres años después continuasen cosechando reconocimientos internacionales. "Siempre deseas que vaya lo mejor posible, pero no piensas en recibir premios".

-- El pasado lunes presentó uno de sus primeros cortometrajes en Vilagarcía, O Matachín. ¿Cuándo lo filmó pensaba que acabaría con un Goya en la vitrina?

-Siendo sincero, por aquel momento, no pensaba mucho en Goyas sino que estaba más centrado en que quería ser director de cine y hacer largometrajes. Es verdad que O Matachín es uno de los trabajos a los que le guardo más cariño porque fue mi primer cortometraje en cine que tuvo cierto recorrido fuera de Galicia y que se presentó en festivales internacionales y demás.

- Los asistentes al acto se interesaron por su trabajo y le hicieron muchas preguntas. ¿Cómo le llega el cariño de la gente?

-- Disfruto mucho de los encuentros con el público porque realmente hacer cine es un acto más de comunicación. Normalmente pasas muchos meses intentando encontrar la manera de contar una historia y mucho tiempo después, es cuando el público la recibe. No suelo estar presente cuando se ve mi trabajo así que encontrarme con la gente adquiere una dimensión más puramente humana y de trato directo que es muy de agradecer. Poder estar contando cosas de la intrahistoria de la película y ver que alguien está realmente interesado en cómo se hizo es muy gratificante.

- El sector audiovisual no atraviesa su mejor momento?

- Realmente yo tengo la sensación, desde que empecé, de que siempre estamos en un momento complicado. Sí que es cierto que llevamos unos años en los que se está reestructurando el mundo del cine de forma problemática. Nos estamos arriesgando a que puedan, prácticamente, desaparecer todas aquellas formas que estén realmente alejadas de lo masivo y eso puede dar lugar a una pérdida grave. Ojalá consigamos organizarnos de manera que puedan convivir todas. Es lo más fructífero, lo más creativo y lo más interesante porque, al final, todas las líneas se complementan unas con las otras y el cine de masas siempre bebe del independiente.

- Los proyectos que se están llevando a cabo en Galicia son buenos, novedosos y de gente con mucho talento pero a la que le faltan medios ¿Qué le diría a los que están iniciándose?

--La cuestión es que tanto en Galicia como en España faltan medios destinados al cine. Con el tamaño de la industria que tenemos, necesitamos crecer, sobre todo, a nivel internacional para poder conseguir más presupuestos. Es un mundo muy mediatizado y muy controlado por grandes empresas. No es fácil abrirse un hueco en esto y tenemos que seguir luchando, desde dentro y desde fuera, para que esto deje de ser así. Aún así, es una especie de lucha que lleva toda la vida y que probablemente nunca se acabe.

- Entonces, ¿El cine español funciona?

-Sí. No hay duda de que funciona. Películas hay muchas y, al final, el cine claramente es un negocio. Hay algunas concretas que no se conciben como tal pero en general sí. Yo creo que, en estos últimos años, hubo casos muy palpables a la hora de producir películas que ya se sabía que tendrían tirón. No nos estamos arriesgando demasiado. Además, a nada que salgas de España, ves que realmente el cine español tiene muy buena imagen. Es una de las cinematografías mejor valoradas en el mundo. Estamos en la parte alta de la tabla.

- ¿Puede que la clave de su éxito sea que el público se identifica con los pequeños conflictos cotidianos?

- Depende de la película de la que hablemos. Hago cosas de todo tipo y radicalmente diferentes unas de las otras. En el caso de "18 comidas", yo diría que sí ya que se habla de conflictos y de esas cosas de la vida tremendamente importantes para los seres humanos. Personalmente, pienso que todo lo que sea contado desde la verdad funciona. Lo que más nos mueve es aquello que tenga una vertiente tremendamente emocional.

- ¿Cuál es el proyecto más complicado al que se ha enfrentado?

--También "18 comidas" porque fue una apuesta personal. No fue fácil hacerlo de esa manera y fue muy difícil de sacar adelante. Trabajábamos de una forma muy fuera de lo común. Incluso tuvimos que hacer ensayos técnicos para asegurarnos de que la parte técnica funcionaba, cosa que yo antes nunca había tenido que hacer. El planteamiento era tan novedoso que necesitábamos hacer ensayos de sobra y montarla me llevó 8 meses.

--¿Su parte favorita a la hora de dirigir una película?

-- No tengo una porque realmente se complementan unas con otras. Yo disfruto muchísimo del rodaje pero también del montaje. Mientras el rodaje es una especie de montaña rusa salvaje en la que luchas para que no se te vayan de las manos las cosas, el montaje es un entorno más tranquilo, de una creatividad mucho más pausada, cuidadosa. Yo sinceramente disfruto de todas las fases, desde el trabajo de guión hasta toda la parte de producción.

- ¿Ganar el Goya propulsó su carrera más hacia arriba? Recuerdo que tenía dos largometrajes pendientes ¿Fueron arriba o no?

-- No. De momento aún se están mirando. No sé? creo que necesito más tiempo para valorar eso. Sí que hay una parte útil de ganar que puede ayudar y es que adquieres una cierta relevancia dentro del sector pero lo que suponga a nivel práctico, aún no lo sé. Tampoco le doy muchas vueltas.

- ¿Qué próximos proyectos tiene en mente?

-- Hay varias cosas ahí. Ahora voy a empezar a dirigir teatro por primera vez. Tenía muchas ganas de embarcarme en algo así. Vamos a trabajar con una obra que se titula "Get back" es una historia sobre gallegos en Londres inspirada en la actualidad. Y luego, a partir de ahí, hay algunas series de televisión y largometrajes así que ahí seguiremos.