El olivo del atrio de San Benito, tras el conato de incendio. // Iñaki Abella

El olivo del atrio de la iglesia de San Benito, situada en una de las esquinas de la plaza de Fefiñáns (Cambados) a punto estuvo de arder a media tarde de ayer. Supuestamente, una colilla mal apagada prendió en el tronco del árbol, y el fuego se avivó con rapidez, propiciado por la sequía de los últimos días, que motiva que la vegetación esté muy seca.

En el momento del incidente la iglesia estaba cerrada, y no había demasiada gente por el entorno de Fefiñáns debido quizás al intenso calor de la tarde de ayer. No obstante, una mujer que vive en las proximidades del templo vio como salía humo de la esquina del atrio, y se dio cuenta de que era el olivo lo que empezaba a arder.

Ella misma cogió unos calderos de agua y corrió al lugar para apagar el incipiente fuego. Mientras, llamaba a la Policía Local, que advirtió a su vez a Protección Civil de Cambados, que acudió con su vehículo de primera intervención.

Un miembro del dispositivo de emergencias explica que si bien la mujer había logrado controlar satisfactoriamente las llamas, fue necesario regar en abundancia el ejemplar, ya que no dejaba de salir humo de los huecos del tronco. La rápida intervención de unos y otros propició que en esta ocasión todo quedase solo en un susto. Pero no es la primera vez que el árbol del atrio de San Benito es noticia.

En febrero de 2007, un fuerte temporal de viento y lluvia que azotó la costa gallega tiró a su paso cientos de árboles. Y uno de ellos fue el del atrio de Fefiñáns. El ejemplar llevaba podrido desde hacía muchos años, y no pudo soportar el embate de aquel temporal.

La tradición oral cuenta que había sido plantado aproximadamente un siglo antes por un vecino el día de su boda, y desde entonces se había convertido en una estampa inseparable de ese rincón de la plaza de Fefiñáns, y el lugar donde los días de más calor los feligreses buscaban la sombra.

La caída del árbol causó pena entre muchos vecinos, y tanto es así que una familia, que prefirió mantenerse en el anonimato, no tardó ni dos semanas en decidir que donarían otro para cubrir la ausencia del caído. Pero en esta ocasión sería un olivo (especie muy frecuente en los espacios religiosos) joven, que fue plantado por los operarios municipales en la víspera del San Benito "de inverno", que se celebra el 21 de marzo. Aquel día, el santo ya pudo ver el nuevo árbol al salir en procesión.