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Un "hacker" anda suelto por Vilagarcía

La idea forma parte de un juego de realidad aumentada que pretende enseñar diferentes tecnologías a los jóvenes para mejorar su empleabilidad a la vez que disfrutan

El "tecno-verano" vilagarciano pondrá fin a su segunda edición cuando la docena de alumnos del campamento consigan averiguar quién es el "hacker" que está haciendo de las suyas en la localidad. Para conocer la identidad de este pirata informático, los integrantes, divididos en tres equipos, tendrán que ir poniéndole trampas por Vilagarcía ayudados de las nuevas tecnologías. De esta manera, la geolocalización, los sensores, la programación y los hologramas se convertirán en sus mejores aliados. Durante la mañana de ayer, el grupo puso trampas al individuo en los semáforos de la ciudad.

Consiguieron hacer que las luces parpadeasen e incluso que emitiesen algún sonido. "El curso está muy bien porque estamos aprendiendo a pensar de forma diferente y al ser modo videojuego, todavía entretiene más", afirma Alba Bóveda, una de las participantes.

Taller del centro de Matosinhos y campamento Vista Real. // Noé Parga

Durante la jornada, la concejala Sonia Outón visitó a los jóvenes y comentó que "es una manera diferente de acercarse a la tecnología. Así, ayudamos a mejorar la empleabilidad a la vez que se divierten". La iniciativa, denominada "tecno-verano", forma parte del área de Xuventude de Vilagarcía y la colaboración de la asociación O Núcleo. Uno de los profesores del curso, Jorge Lafuente, asegura que "es un proyecto muy interesante para todo el mundo. Todo consiste en superar cada fase del juego y al final, se obtiene un conocimiento de las tecnologías en general".

El curso se celebró de lunes a viernes, de 9 a 14 horas, en el Centro de Formación de Matosinhos. La semana pasada fue el turno de los menores y este viernes, se puso fin al programa con la participación de los jóvenes en edades comprendidas entre 18 y 30 años.

Más que tecnología

En el campamento de Vilanova, desarrollado en el pazo de Vista Rea, no solo hubo actividades en las clases. Los pasillos se convirtieron en carreras de robots diseñados por los jóvenes y cuyas piezas se imprimían en la impresora 3D que posee el centro de desarrollo local que coordina la actividad junto a la empresa Taniwa. "La satisfacción de ver que funciona algo hecho por ti mismo es mucho mejor que cuando compras cualquier cosa", comenta uno de los niños del curso.

También se realizan diversas actividades con drones. Los pilotan pero también ven, a través de un simulador de ordenador, lo que estos aparatos graban a lo largo de sus vuelos. José Piñeiro, uno de los organizadores de la iniciativa, defiende que tiene infinitos usos en cartografía, minería, topografía, arqueología, obra civil o seguridad. Tareas que cada vez demandan más las empresas tecnológicas e industriales que cuentan con este tipo de servicios. Por ello, "es importantísimo que aprendan, desde pequeños, a familiarizarse con esto , ya que los drones, equipados con una cámara, permiten llegar a zonas de difícil acceso para los humanos como las palas de los molinos eólicos, por ejemplo". Hoy, los vilanoveses pusieron fin a estas jornadas que esperan poder repetir el año que viene. Mientras tanto, los profesores todavía tienen por delante dos sesiones más del curso durante el mes de agosto cuyo plazo de inscripción continúa abierto.

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