Sin ningún tipo de indicio sobre la desaparición de Miguel Solleiro. Así finalizó la batida que realizaron ayer una treintena de vecinos de Baión y cazadores de la asociación Barusi por los montes de la parroquia vilanovesa, e incluso por zonas del vecino municipio de Vilagarcía, donde residía Solleiro con su familia antes de desaparecer el pasado 13 de mayo. Además de los vecinos de Baión, también participaron en la batida gentes llegadas desde Tui, de donde Solleiro era natural.

Los participantes en la batida se concentraron sobre las 9 horas en el campo de fútbol de Montecelo, y tras distribuirse en varios grupos, comenzaron a peinar toda la zona, especialmente los caminos que debería haber atravesado el hombre en su camino desde Vilagarcía hasta la finca que posee su familia en Baión. En pequeños grupos, e incluso, con caballos y todoterrenos, se recorrieron unas 400 hectáreas de superficie, comprobando todos los pozos que existen en esa zona y las proximidades de los caminos transitables. Precisamente, uno de los principales problemas con el que se encontraron los participantes en la batida fue la situación de muchos caminos, llenos de maleza, lo que les impedía el paso a pie.

Durante más de tres horas recorrieron puntos como Costa do Sixto, Framil, Monte Cabalos, Paderne o Zamar, pero ninguno de los grupos fue capaz de encontrar la más mínima pista. Tampoco una patrulla de la Policía Nacional, que se unió a la batida observó el más leve indicio de la presencia de Miguel Solleiro en el camino desde su residencia de la calle Arousa de A Lomba hasta Vilanova.

Su esposa, Divina Vila, reconocía ayer que "la angustia continúa, ya que la batida no ha servido para clarificar lo que ocurrió el pasado 13 de mayo, pero teníamos que hacerlo para sacarnos una duda de encima".

Aquel día de mayo, Solleiro desapareció sin dejar rastro y sin llevarse su documentación, dinero, y sobre todo, las medicinas que necesita tomar, al padecer una diabetes del tipo II. El día en que desapareció, Solleiro vestía un pantalón vaquero negro, una camisa y botines color beige. Desde esa jornada no ha vuelto a dar señales de vida, ni se han registrado movimientos bancarios en su cuenta, algo que ha comprobado la Policía Nacional. Semanas antes de desaparecer, Solleiro se encontraba agobiado y un poco deprimido por las limitaciones que tenía como consecuencia de su enfermedad, que ya le había provocado una pequeña trombosis a causa de una subida de azúcar.