La asociación cultural Roi Vicente rindió ayer un homenaje a Francisco Reirís, destacado sindicalista y político republicano de Vilanova que murió fusilado hace 80 años. Es una de las figuras más emblemáticas del municipio. Incluso una calle lleva su nombre -gestionó él su apertura en su etapa en el ayuntamiento, y es la que baja desde la plaza de A Pastoriza hasta Os Olmos, en la zona vieja, aunque por error en la placa el apellido figura terminado en "z"-. Su hermana más pequeña, María Reirís, cuenta la historia de una familia a la que todavía nadie pidió perdón.
-¿Cómo recuerda su infancia?
- Yo fui muy feliz. Tenía una familia muy grande porque somos diez hermanos- seis mujeres y cuatro hombres-. Vivíamos con mi madre, Ángela Lago. A mi padre casi nunca lo veía porque trabajaba en Buenos Aires. Todos menos yo -porque era muy pequeña e iba a la escuela- se buscaban la vida de lo que podían para ayudar a mi madre. Mis hermanos trabajaban embarcados aunque Francisco emigró a Argentina con papá pero tuvo que volver porque se puso enfermo y ellas trabajaban en las conserveras de Vilanova en muy malas condiciones.
-¿Era difícil estudiar en aquel entonces?
-Yo desgraciadamente no sé leer. A ver yo tenía una profesora de Santiago que venía a dar clase a Vilanova y era amiga de los falangistas. Se llamaba Doña Avelina y era mala como el demonio. Me daba clase en la "Casa da Cuncha" y siempre me mandaba mirar por la ventana y coser pañuelos pequeños, de los que llevaban los hombres. En cambio, a todas mis amigas les enseñó a leer pero a mí no porque era la hermana de un comunista. En aquel entonces, se hacían los pañuelos de bolsillo a mano y yo era lo que hacía en el colegio. Todas las otras confeccionaban otras labores pero yo solo esa. La profesora no me dejaba hablar con mis amigas ni a mis amigas conmigo. Jamás me olvidaré de que siempre estaba callada y sola mirando por la ventana. Cuando voy a Vilanova y paso por esa calle, que es por allí por la iglesia, me acuerdo de esa profesora.
-Su hermano Francisco tenía muchos libros, ¿por qué no le enseñó a leer él?
-Mi hermano tuvo que empezar a esconderse cuando yo todavía era muy pequeña pero un día enfermó y tuvo que volver a casa. Los fanlangistas ya le tenían fichado porque había tenido problemas con los dueños de las conserveras por defender a las mujeres trabajadoras. Un día llamaron a la puerta por la noche y eran dos camisas azules que querían entrar en casa. Fueron a la habitación de arriba, a la de Francisco, que era subiendo las escaleras pero nosotros desde abajo, los escuchamos comentar que esa casa no era la que estaban buscando pero empezaron a remover y a tirar todos los libros que había en las estanterías. Los cogían y se los pasaban los unos a los otros. Yo no entendía qué pasaba porque siempre había visto a mis hermanos leer mucho pero escuché que uno le decía a mi madre que se iban a llevar los libros porque en esa casa había mucha juventud. Mi madre estaba preocupada y buscó la ayuda de Francisco pero solo gritaba enfadado que se los llevasen para que aprendiesen a leer porque les hacía mucha falta.
-¿Volvió a verlos?
-Sí. Dos veces más. La primera cuando se llevaron a mi hermano para los calabozos y la segunda cuando vinieron a raparle el pelo a mi madre porque ella estaba buscando la manera de conseguirle un colchón a Francisco para que no durmiese en la tabla que había en el calabozo. Mi madre se confió porque tenía dos conocidos que le prometieron ayudarnos pero de eso nada, nos traicionaron. Además, acababa de quedar viuda hacía solo seis meses.
-¿Fue alguna vez a visitar a su hermano a la cárcel?
- Fui una vez y no quise volver. Aproveché que fuimos mi madre, dos hermanos y yo para darle unbeso pero ni se podía porque las rejas eran tan gordas que casi ni lo veía. Era prácticamente imposible tocarle. Mi madre sí que volvió a verlo a la cárcel siempre que podía, incluso cuando estuvo interno en la isla de San Simón, cogía el barco e iba. Francisco le decía que no viniese porque no quería que le viese así. Además, él sabía que tenía unas denuncias de gente muy poderosa y que cuando le juzgasen iban a condenarlo a muerte.
-Cuando fusilaron a su hermano, ¿le pidieron alguna vez perdón a usted o a alguien de su familia?
- Jamás. Mi madre se murió esperándolo. Una de mis hermanas estaba sirviendo en una casa que tenía habitaciones para alquilar y había unos jesuítas que dormían allí. Después de hablar con ellos, esa hermana le dijo a mamá que iban a hacer una misa en la iglesia por Francisco y a pedir perdón. Nunca pasó. Nosotros fuimos a la misa pero no se dijo nada. Más tarde, le prometieron que esa noche iban a disculparse. Entonces, dejó de madrugada la puerta de su casa abierta esperando a que vinieran pero pasó su compadre y le preguntó por qué no cerraba el portal. Mi madre se lo dijo y él le contestó ande señora ande cierre la puerta ¿Qué le van a pedir perdón? Pasado el tiempo, quisimos hacerle un cabo de año y llamamos a Don Josesiño que era un cura muy bueno pero nos dijo que no podía hacer una misa en recuerdo de Francisco porque había sido fusilado y estaba prohibido.
-¿Qué recuerdo tiene de Francisco?
- Francisco es el más conocido porque fue teniente de alcalde,implantó las ocho horas de jornada diaria, consiguió que las madres tuviesen treinta minutos al día para amamantar a su bebé y jamás escondió lo que pensaba pero la verdad es que todos mis hermanos fueron grandes hombres al igual que mi padre. Lo que le pasó fue injusto pero no puedo echar la culpa a nadie porque fue juzgado, condenado y fusilado en Pontevedra.Funcionaban así las cosas de aquella.
Mi madre también fue una luchadora. Hizo todo lo que pudo por sacarnos adelante a los diez pero ahora ya solo quedo yo. Murieron todos de mala enfermedad.