Temples hizo honor a su etiqueta de cabeza de cartel del Atlantic Fest, y se metió al público en el bolsillo en la madrugada del sábado al domingo. Un directo de alto voltaje y su propuesta de rock sicodélico inspirado en los sonidos de las décadas de los 60 y los 70 hicieron las delicias de un público entregado, que soportó con estoicismo el fuerte viento reinante a esas horas en A Illa.

El Atlantic Fest ha dejado un buen sabor de boca tanto entre los asistentes como en los organizadores, que por primera vez en varios años no han visto como la lluvia les aguaba la fiesta. En cuanto a los espectadores, destacan la calidad de la música que han escuchado y la posibilidad única que les ofrece A Illa de pegarse un chapuzón o tostarte un rato al sol en una playa con bandera azul entre concierto y concierto.

De hecho, fueron muchos los que en la jornada de ayer se tiraron al agua mientras en el bar Buona Vita tocaba Diola.

El de Temples fue quizás el concierto con más público. Antes que ellos se había subido al escenario José González. Acompañado únicamente por su guitarra acústica, el artista sueco demostró una gran calidad musical con sus canciones de folk-rock americano, aunque para algunos espectadores se trataba de una propuesta excesivamente melódica para las horas que eran, rondando la medianoche.

Best Boy

El triunfador de la jornada de ayer fue Best Boy, que tocó en la plaza de abastos. Una demostración gastronómica sirvió para complementar una fiesta que no solo se limitó a la música, pues también hizo guiños a la cultura y el turismo.

Como en los dos días anteriores también hubo fiesta por los bares, en esta ocasión a cargo de Músculo, Diola y Pálida. Y para los que decidieron apurar al máximo su estancia en A Illa, o que simplemente no tenían prisa por regresar, el DJ Nano ofreció una sesión de música electrónica en la Praza do Regueiro que pasadas las seis de la tarde aún tenía a docenas de gente bailando.

En A Illa destacan que ha sido una edición con bastante público, y que eso se notó en el ambiente vivido desde el viernes en las calles, atestadas de gente. Esto se notó también en la afluencia a los negocios de hostelería durante los últimos días, aunque muchos "festivaleros" optasen por dormir y comer en la zona de acampada habilitada en Area da Secada. La organización vendió unos 4.000 abonos para las actuaciones musicales.