O Mosteiro, en Meis, es una de las pocas localidades gallegas donde a día de hoy se sigue celebrando una feria de ganado estable. Aunque ya no es ni una pálida sombra de lo que antaño fue. "La de O Mosteiro y la de Santiago eran las ferias más importantes", afirma Juan Luis González, un hombre natural de Ribadumia cuya vida estuvo muy ligada en el pasado a la feria de O Mosteiro. "Con ocho años venía con mi madre andando desde casa, a ocho kilómetros. Cuando traíamos un cerdo para vender tenía que ir todo el camino poniéndole una espiga delante para que anduviese". Luego creció, y con el tiempo se convirtió en el encargado de la feria. De modo que no podía perderse la Feira Labrega organizada ayer por la asociación Cabemeis en la alameda del centro del pueblo para recrear precisamente el esplendor de aquel viejo mercado.

Se trata de una feria pequeña, pero coqueta, quizás más pensada para que los vecinos de Meis refresquen su memoria y compartan recuerdos que para convertirla en un imán turístico. También se le puede extraer un cierto jugo didáctico y etnográfico, con la exposición de animales, de carros de bueyes, del menaje de una casa campesina de principios del siglo XX y hasta con el destilado en directo de una "pota" de caña, que los más atrevidos quisieron probar nada más caer por el palo al caldero. Es, también, como cualquier otra celebración de inspiración histórica, un verdadero filón para los aficionados a la fotografía y el vídeo: dos impresionantes bueyes del país de tonelada y medio de peso cada uno; un autobús Mercedes Benz de la empresa Cuiña de 1953 restaurado al detalle; la pareja de la Guardia Civil; los vecinos vestidos de época... Los motivos para fotografiar en el popularmente llamado Campo da Feira -la denominación oficial es Praza de España- eran muchos y diversos.

Los mejores tratos

La feria de O Mosteiro fue durante décadas la más importante de la provincia de Pontevedra. Eso afirma Juan Luis González, quien asegura que algunos días llegaban a ponerse a la venta hasta 400 reses. "Había gente a vender o a comprar hasta de Gondomar, de Vigo...".

Antiguo encargado del mercado, recuerda que entonces la feria se celebraba durante todo el día, "y los mejores tratos se hacían después de comer". Tanto es así que a las casas de comida se las conocía en la época como "casas do trato". La cita de O Mosteiro era tan importante que la actual alameda estaba literalmente rodeada de tascas y tabernas. Sus especialidades gastronómicas eran el cordero y los callos. La localidad sigue íntimamente unida a este último plato, al que de hecho le dedica su fiesta gastronómica más importante del año, que tendrá lugar precisamente el domingo próximo.

"Las casas do trato más importantes eran la de Manuel do Gallo, Queiro, Gumersindo y Gerardo o de Nicolás. Y donde ahora está el bar Casadafeira se ponía el pulpeiro Fidel, que venía de Pontevedra", recuerda Juan Luis González.

Este hombre está casado con Rosa Lorenzo, una vecina de A Rochela que también conoció los buenos tiempos de la feria. "Antes se hacía todos los días 9 y 24, y cuando cuadraba en domingo era una fiesta tremenda. Los jóvenes venían a mocear mientras sus padres vendían y compraban", rememora junto a uno de los paneles de la exposición de fotografías antiguas de Meis elaborada entre los cursos de 2013 a 2015 por el equipo de normalización lingüística del colegio de O Mosteiro y en cuya confección colaboraron docenas de familias de la villa.

Rosa Lorenzo recuerda que su madre acudía a vender a la feria (habas, maíz, huevos, cuando lo había, un cerdo), y que el mercado era tan grande que había puestos de venta no solo en la actual plaza, sino también en las carreteras adyacentes. Pero con el tiempo llegarían los cambios.

Primero, se pasó a los sábados (ahora es los segundos y cuartos sábados de cada mes), pues al parecer a alguna gente le molestaba la escasa asistencia de feligreses a misa los domingos en que cuadraba el 9 o el 24; y después, en 1988, se pasó de la alameda del centro de la localidad a la nave construida junto a la salida de la actual Autovía do Salnés.

Durante algunos años, la cita mantuvo su fulgor. Pero la cuota láctea de la Unión Europea, la creación de la feria de Silleda y el progresivo abandono de la actividad agraria y ganadera en buena parte de la franja atlántica pontevedresa fueron sentenciando poco a poco a la cita de O Mosteiro. Hoy sigue viva, pero ya no se parece en nada a lo que fue. Por todo ello, Rosa Lorenzo considera que iniciativas como la Feira Labrega de la asociación Cabemeis son muy necesarias.

"Tenemos que ir con los tiempos, pero también le tenemos que enseñar lo que hubo a la gente que viene detrás, si no llegaremos a eso que se dice que los niños de ahora piensan que la leche sale de los supermercados".

Dos de las joyas

Un autobús de época y una pareja de bueyes. Esas fueron dos de las joyas de la feria de ayer. El autobús es un Mercedes Benz de 1953 que la familia Cuiña, de Silleda, adquirió a principios de la década pasada tras verlo por internet en Alemania. Uno de los dueños de la empresa explicaba a quien quería escucharle la historia del autocar, un precioso vehículo de color rojo y blanco con el techo parcialmente acristalado y los asientos de cuero. Muchos se subían y, como no, sacaban fotografías en su interior.

En cuanto a la pareja de bueyes, son de Sito Oliveira, un criador de Coruxo (Vigo), que el sábado había estado con ellos en una "sementeira" didáctica en Coruxo, y que dentro de un mes los llevará a Monforte de Lemos, al famoso Folión dos Carros de Bois.

Sus ejemplares quitan el aliento. De seis años, pesan sobre 1.500 kilos cada uno. Solo de patatas, comen 100 kilos al día entre los dos.