Sardinas para todos. Ese fue uno de los lemas de las múltiples fiestas de San Xoán, una fecha que no puede dejarse pasar sin llevarse una parrocha a la boca. Las "sardiñadas" y barbacoas son imprescindibles en la noche más corta del año, que para muchos se quedó realmente pequeña porque había ganas de pasarlo bien entre amigos y en familia. Vilagarcía dejó el pabellón bien alto con dos citas multitudinarias en la playa de A Concha y en Vilaxoán. En la primera se repartieron gratis doscientos kilos de sardinas, con centenares de personas intentando no quedarse sin su ración, acompañada de pan y vino. Todo por cortesía de Zona Aberta y los hosteleros de Ahituvi, con la colaboración del Concello.

En Vilaxoán tiraron de parafernalia para bautizar a su propia sardina de tres metros de largo, diseñada por el artista Guillermo Pedrosa, que arribó a la playa de O Preguntoiro sobre las diez de la noche con el acompañamiento musical de Os Terribles de Arousa y entre los cánticos de Os da Carallada, que dieron paso después al grupo 7 Setenta. La explanada anexa al Centro Social fue el centro neurálgico de la fiesta. Allí se dieron cita vecinos y gentes llegadas de otras zonas (había autobús hasta las tres de la madrugada entre Carril, Vilagarcía y Vilaxoán) para degustar otros doscientos kilos de sardinas.

En Meis no se quedaron cortos y la asociación de vecinos de Armenteira puso parrochas, churrasco y música para que trescientas personas disfrutaran de esta noche mágica. A las doce llegó el momento de plantar fuego a la hoguera y comenzar con los rituales como saltar sobre el fuego y, ya más entrada la madrugada, gastar alguna que otra broma al vecino de turno.