El CEIP de As Covas se convertía ayer en "Museo Nacional de Arte", colofón al proyecto educativo que el centro vino desarrollando a lo largo del curso escolar implicando, al alumnado y profesorado en una iniciativa multidisciplinar en torno al mundo de la pintura, surgida en su día desde la biblioteca del colegio.

Fueron los propios alumnos los que, por votación, decidieron el nombre del museo, trabajaron en la creación de salas, elaboraron las invitaciones, carteles y vídeos promocionales para divulgar el evento en la red, o el gran cartel que presidía la entrada. Incluso se repartieron los roles a desempeñar durante la jornada -desde guías a periodistas, pasando hasta por camareros para atender al público en un pequeña cafetería habilitada en el interior del centro-.

El museo en sí se componía de nueve salas, a razón de una por aula, dedicadas cada cual a un pintor (sala Miró, sala Dalí, Van Gogh, Frida Kahlo?), e incluso una dedicada a un único cuadro, "El Guernica", de Pablo Picasso, otra a la pintura rupestre y, a mayores, una centrada en el mundo de la música con una muestra de instrumentos musicales fabricados por los propios alumnos.

El director de colegio, Paulo Nogueira, no ocultaba su satisfacción por la fantástica acogida del museo en la jornada. "Se desbordaron todas las previsiones que teníamos -afirma-, hasta el punto de que en un centro con 164 alumnos, fueron 124 los padres que acudieron al colegio para visitar nuestro particular Museo Nacional".

La apertura se realizó a la 10 de la mañana. Las aulas, con espacios libres, despejados de pupitres y sillas, evocaban las salas de museos, con láminas creadas por los alumnos a partir de obras de los pintores que protagonizaban las salas. Incluso las familias aportaron su grano de arena con réplicas de cuadros míticos como "El grito" de Much, "El arlequín" de Pablo Picasso, o "La habitación de Arlés" de Van Gogh, que colgaban de los pasillos del museo, otrora colegio.

Conforme llegaron los padres iban siendo distribuidos en grupo de 30 personas para iniciar la visita en que, acompañados de sus respectivos guías, realizaban un itinerario por todo el museo. "Los alumnos -explica Paulo Nogueira- concibieron cinco itinerarios distintos, para poder simultanear las grupos. Sabían que tenían que realizar las visitas a cada sala con un cumplimiento estricto de los horarios, para que todo fluyera con normalidad, y lo cierto es que se ajustaron muy bien a los tiempos".

De lo que más cautivó a las padres, la sala de pintura rupestre, ubicada en el aula de educación infantil, donde se encontraron a los niños realizando una dramatización de un espacio que evocaba una cueva prehistórica: unos pintando en una simulación de roca, otros intentando fabricar fuego, y cada grupo con sus roles dentro de aquel particular clan. También la sala del Guernica, con varias réplicas de la obra, pintadas por los alumnos, donde los guías se paraban explicando el contexto del episodio de la Guerra Civil en que Picasso había concebido el cuadro.

Y para que no faltara de nada, los chavales también concibieron una cafetería en el museo, en la que obsequiaron a los padres conun desayuno a base de zumos, café y postres, elaborados por ellos mismos en sus casas. "Durante el curso escolar -explica el director Paulo Nogueira- los alumnos de sexto vendían los viernes postres típicos elaborados por las familias para tratar de financiar el viaje de fin de curso a Manzaneda".