Rosana Rey Morgade, de 44 años y vecina de Vilanova, tiene una empresa de elaboración de bollería para negocios hosteleros. Participa en "Vacaciones en paz" desde 2012, y este verano volverá a acoger a Umlajut Mohamed Salek, una niña que cumplió 13 años en febrero pasado.
-¿Por qué decide acoger a niños saharauis?
-Cuando era niña y los veía con sus familias era algo que me llamaba la atención. Así que hace unos años cuando vi un anuncio en internet de que la asociación buscaba familias acogedoras no me lo pensé dos veces. Fue así como empezó todo, y no me arrepiento para nada.
-¿Cómo se lo tomó su familia?
-Me apoyó completamente. Mi familia está encantada.
-¿También lo está su hijo de 20 años? Durante unos meses deja de ser el "rey de la casa".
-Si al principio lo llevó bien, ahora lo lleva tres veces mejor. Ni siquiera se quiere ir de vacaciones con sus amigos en los dos meses en que Umlajut está aquí. La considera su hermana.
-A partir de los 13 años los niños ya no pueden seguir participando en "Vacaciones en Paz". ¿Mantendrá el contacto con ella?
-Iré a verla. Jamás dejaré de visitarla. Ya he ido dos veces a su casa, en los campamentos de Tinduf, la última en diciembre pasado. Intentaré seguir trayendo a mi casa a niños de su familia, pero el contacto con ella lo mantendré.
-El vínculo es muy fuerte.
-Cuando ella está aquí me llama "mamá", y yo la trato como a una hija biológica. Le hemos comprado un teléfono, y eso también nos permite comunicarnos casi todos los días por Whatsapp.
-¿Sufren estos niños la "islamofobia" que parece haberse instalado en parte de la sociedad por los atentados terroristas?
-No, para nada. Ellos son muy queridos aquí. Los saharauis son para mi un mundo aparte. Los niños que vienen están totalmente integrados, ya tienen sus propias pandillas para jugar.
-¿Y el choque cultural?
-Las principales diferencias son su costumbre de rezar varias veces al día y que generalmente no comen cerdo. No son cosas que afecten a la convivencia.
