La villa de O Grove se encuentra inmersa en plena celebración del "Desembarco Pirata", y ayer, entre múltiples actividades complementarias para todos los públicos, se escenificó el primero de los desembarcos de los bucaneros, reservándose para hoy un nuevo pase.

Las luchas con espadas, los fogonazos y el ron tomaron la playa urbana de Confín para recordar que un par de veces hace ya más de dos siglos los corsarios arribaron a tierra en la parroquia de San Vicente para asaltar su iglesia y su casa rectoral.

Cientos de vecinos participan en este acontecimiento, ya sea formando parte como actores de la dramatización del desembarco pirata, o bien vestidos para la ocasión dando colorido a las diferentes actividades y a los bares, restaurantes y comercios adheridos.

Y una multitud disfruta de todo ello, tanto presenciando la citada escenificación teatral y musical con tintes históricos, como consumiendo y realizando compras en los negocios participantes.

En definitiva, que el pirata cojo de pata de palo, parche en el ojo y cara de malo al que cantaba Joaquín Sabina se encontraría muy a gusto este fin de semana en la villa meca, donde las calles presentaron ayer su mejor aspecto y la fiesta no solo se extendió desde las once de la mañana hasta que se acostó el esta vez tímido sol, sino que se prorrogó por la noche y ya en la madrugada de hoy en los locales de la movida.

Hay que hablar, en consecuencia, de una exitosa convocatoria, a lo cual ha contribuido el hecho de que este año no se registraran estériles polémicas en el seno de la organización. Además el tiempo acompañó, pues aunque por momentos amenazaba lluvia, el ímpetu de los corsarios pareció disuadir a las nubes. Puede hablarse también de que se registró la mayor afluencia de público en la aún corta historia de esta celebración -cinco ediciones-, y en el apartado de quejas y sugerencias el comentario generalizado era que un barco de paseo y dornas a motor no parecen el mejor medio de locomoción para los bravos piratas.