Corría el año 1987 cuando en Sobradelo nació una inquietud a consecuencia de los tiempos difíciles para mucha juventud en fase de coqueteos nada recomendables. El párroco "Don Daniel" fue uno de los principales impulsores de una idea que casi tres décadas después se ha convertido en una fuente de salud, valores y cultura. Así, y con el apoyo de mucha gente, germinó la Asociación Cultural Nós que ayer, sin ir más lejos, completó una aplaudida actuación en el Auditorio de Vilagarcía junto a la Asociación Cultural Xarandeira de Pontecesures.
El nombre elegido se convirtió en toda una declaración de intenciones. El espíritu primigenio de dar abrigo a los jóvenes de las malas influencias fue viéndose superado por una creciente sensibilidad artística que ha convertido a la cultura tradicional en la mejor expresión de los talentos. El rigor en el trabajo fue derribando barreras a cada paso. El local parroquial pronto se quedó pequeño y la casa de cultura terminó por convertirse en el segundo hogar de directivos, profesores y alumnos.
A través del baile, el canto, la gaita y la percusión la interactuación entre personas de todas las edades es absoluta. Con una franja de edad que se mueve entre los cuatro y los setenta años, todos y cada uno de los locales cuenta con una incesante actividad durante varios días a la semana. Allí tiene cabida gente no solo de la parroquia sino de toda Vilagarcía e incluso de Rianxo.
La viabilidad de una realidad de tanta envergadura obliga al pago de unas cuotas. Son 18 euros los que abona cada persona, añadiendo solo cuatro euros más en el caso de un segundo miembro de la unidad familiar y tres de haber un tercero. Las actuaciones también son una pequeña fuente de financiación que ayudan a acometer los gastos de viajes y formación, materia en la que no escatima esfuerzos la directiva encabezada por Manuel Doval.
Tal es la actividad con la que cuenta la Asociación Cultural Nós que los lunes los ensayos se prolongan hasta las doce de la noche. Las profesoras compostelanas Luz Sanmartín y Cristina González Laya se reparten los magisterios de baile, pandereta y canto. Diferentes grupos de trabajo van pasando por sus manos para elaborar los repertorios que luego suenan en tantos y tantos lugares como los que han conocido y seguirán conociendo los miembros del colectivo de Sobradelo.
Los martes y los miércoles es el día de Ramón Miguéns. El vilagarciano es el profesor de gaita y la meticulosidad con la que trabaja se refleja luego en cada nota. La cultura del esfuerzo le lleva a impartir ensayos también en diferentes sábados. La búsqueda de la excelencia obliga a dosis adicionales a las que nadie hace caso omiso.
Con la llegada del calor se acumulan las citas para los gaiteiros vilagarcianos, quienes ya han mostrado su categoría en lugares como Madrid, Portugal, Murcia o toda la geografía autonómica. Casi treinta años de experiencias que siguen su curso con la formación cultural y personal como bandera.
