Ravella modificó este año las bases para la explotación del kiosco-bar con el objetivo de hacerlo más atractivo a los hosteleros vilagarcianos, ya que el año pasado tuvo que sacarse a concurso dos veces. Así, el plazo de gestión del servicio se amplió a todo el año, en lugar de limitarse al verano, para dar estabilidad a la gestión. Se rebajó, además, el canon a 2.000 euros (aunque el concesionario ofertó una suma mayor) en previsión de posibles parones en la actividad a consecuencia del mal tiempo invernal, teniendo en cuenta las características y el emplazamiento del bar.