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La desidia en la conservación del Parque do Centenario aboca al recinto a un estado deplorable

-Baldosas destrozadas, pintadas y basura reciben a los usuarios - Muchos bancos están rotos y la barandilla, agrietada y sucia

Las pintadas son una constante en el recinto. // FdV

La que debería ser una de las zonas verdes de referencia en Vilagarcía, el Parque do Centenario, se ha convertido en una de las áreas más degradadas de la ciudad, en la que el paseo apenas apetece ante la acuciante falta de mantenimiento que afecta a prácticamente todo el recinto. La desidia de las administraciones públicas a la hora de conservar este espacio, creado para conmemorar el centenario de la Autoridad Portuaria, ha conseguido que los destrozos, pintadas o basura releguen a un segundo plano equipamientos como el circuito saludable, la zona de skaters o el carril bici. Y, de no mediar solución, esa será la imagen que los visitantes se lleven de Vilagarcía este verano.

No hay más que poner un pie, literalmente, en el parque para percibir el desastre en el que se ha convertido el suelo enlosado. Baldosas levantadas en las que lo difícil es no tropezarse, otras rotas, desniveles en el pavimento o agujeros susceptibles de provocar caídas e incluso lesiones a quienes metan el pie en ellos. El mobiliario también deja mucho que desear, sobre todo los bancos. En alguno quedan restos de un incendio y por el agujero causado por el fuego podría colarse perfectamente el cuerpo de un niño pequeño. Los más afectados son los más próximos a la fachada marítima, casi todos rotos, sin alguno de los listones de madera que forman las estructuras y con la capa de pintura muy degradada. El Concello lo achaca a los avatares del invierno y dirige el dedo acusador hacia la Autoridad Portuaria, propietaria del recinto. Le reclama que cumpla con el acuerdo sellado hace años por ambas instituciones y aporte los materiales necesarios para que operarios municipales puedan acometer las obras de reparación. Unos trabajos que no deberían obviar la balaustrada, en la que las hierbas y las grietas comienzan a abrirse paso y el color blanco de la pintura ha dejado paso al negro de la suciedad y al azul o violeta de las pintadas.

Los vándalos amantes del spray también han dejado su sello en otras muchas construcciones, bancos de piedra o madera, en los troncos de varios árboles o incluso las fuentes. Algunas no echan agua por mucho que se pulse el botón y, aunque lo hicieran, la suciedad que acumulan no invita a beber de ellas. Porque la limpieza brilla por su ausencia en prácticamente todo el parque. Botellas de plástico, e incluso de cristal y de bebidas alcohólicas, están esparcidas por la hierba, también papeles y plásticos, que se acumulan en algunos rincones y entre las plantas y árboles. Se echan también en falta trabajos de jardinería para encauzar de nuevo especies que ahora invaden las zonas de tránsito, podar otras que prácticamente impiden circular bajo los parterres metálicos en forma de arco o eliminar los restos de plantas muertas.

Ante esta lamentable situación, poco o nada importa a los ciudadanos de quién sea la responsabilidad última. Impermeables a este debate, lo que resulta verdaderamente incomprensible es que dos administraciones públicas, sean del signo político que sean, no logren ponerse de acuerdo en beneficio de los vilagarcianos.

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