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La Revolución de los Claveles más suculenta

Un colegio de Meis conmemora la llegada de la democracia a Portugal con una jornada gastronómica y cultural

Un niño se fotografía con un mural del "Galo de Barcelos". // Noé Parga

El bacalao es uno de esos pescados cuyo solo nombre espanta a muchos niños. Pero los del servicio de comedor del colegio de Mosteiro, en Meis, ayer se lo tomaron encantados. La clave, servirlo completamente desmigajado, y en el marco de una divertida jornada entre gastronómica y cultural dedicada a Portugal.

El colegio meisino celebra periódicamente desde el curso pasado unas jornadas gastronómicas, que dedica siempre a un territorio concreto. Ya las hicieron sobre la cocina tradicional mexicana, sobre Asturias, Cantabria, Italia... Y ayer fue el turno de Portugal, país que conmemoró el lunes el 42 aniversario de su Revoluçao dos Cravos (Revolución de los Claveles), que marcó la superación de la dictadura salazarista que había gobernado el país desde los años 20 y la llegada de la democracia a Portugal. El director del colegio de Mosteiro explica que "no pudimos hacer la jornada gastronómica el mismo día de la conmemoración porque había que dejar a desalar el bacalao desde el día antes, y como era domingo".

Las jornadas gastronómicas son un peculiar e interesante proyecto del colegio de Mosteiro, con el que no solo varían de vez en cuando los menús del comedor, sino que también se convierten en un escaparate para que los niños amplíen sus conocimientos sobre la historia y la cultura del territorio homenajeado en casa ocasión.

Así fue ayer, en una jornada en la que los niños escucharon unos "fados" en directo, pudieron hacerse unas fotografías con un mural del popular galo de Barcelos, y se llevaron un tríptico sobre Portugal, en el que se les daban algunas nociones sobre la dictadura de Salazar, el movimiento militar pacífico que supuso el final del régimen o la poética y sorprendente historia de los conocidos como pasteles de nata de Belém.

Y lógicamente, pudieron probar la gastronomía lusa. El bacalao a la brasa no podía faltar; como tampoco faltó un caldo verde y los famosos pasteles de nata, que aunque no eran los auténticos de Belém sí procedían de una pastelería de Portugal. "Las comidas principales las hacemos en la cocina del propio comedor, pero los postres los traemos del lugar al que dedicamos la jornada. Cuando fue sobre Cantabria habíamos traído quesada pasiega", recuerda el director de este centro, que cuenta con casi 350 escolares.

Toda la comida se desarrolló en un ambiente lúdico y distendido, en el que no faltaron "fados", interpretados por una cantante profesional, acompañada a la guitarra por dos profesores, ni un divertido "photocall" en el que los escolares fotografiaban su rostro en un hueco abierto en la cabeza de un gallo de Barcelos, que los alumnos de tercero de ESO estuvieron confeccionando el lunes por la tarde. A su lado había una palabra, "obrigado". "A nosotros igual nos parece normal, pero hay muchos niños que nunca la escucharon".

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