Constituida en Vilagarcía en el año 1985, la Coral Rosalía de Castro pasa por horas bajas. No porque sus integrantes desfallezcan, sino porque lo hace su economía. La falta de ayudas pone en riesgo la supervivencia de este colectivo cultural, formado por jubilados y cuya actividad "carece de lucro", explica el portavoz Felipe Gutiérrez González. "Actuamos en residencias de ancianos o en actos de Cáritas y lo hacemos gratis", recalca. De tres años a esta parte la Consellería de Benestar, que les cede un local para los ensayos, dejó de respaldar económicamente al coro, lo que obligó a sus miembros a "pagar de nuestro bolsillo los viajes, los uniformes" y la nómina de la directora, Juana Lago. "Somos gente jubilada que cobramos una pensión" y sus recursos no llegan ya para sostener la Coral. "Si esto sigue así, va camino de desaparecer", dice con tristeza Felipe Gutiérrez. "Me da mucha pena que eso pueda llegar a pasar -continúa- porque nadie puede imaginarse con qué alegría nos reciben cuando, por ejemplo, vamos a actuar a una residencia. No nos aplauden con las manos, nos aplauden con la mirada", afirma.

La Coral vilagarciana apela a la sensibilidad cultural de la Xunta de Galicia para que, "ahora que ya pasó lo peor de la crisis, nos eche una mano para no llegar a desaparecer". Cada vez se hace más complicado para los entre 25 y 30 integrantes el poder sufragar los gastos que genera la actividad del coro, que está dado de alta como asociación cultural en el registro de la administración autonómica. "El próximo 14 de mayo tenemos que actuar en Mos y hay que pagar el autobús", explica Felipe Gutiérrez. Y no solo son los desplazamientos para ofrecer conciertos o cantar en celebraciones religiosas, sino que el salario de la directora supone 300 euros mensuales que salen del bolsillo de los jubilados.

Treinta aniversario

"Contribuimos a generar actividad cultural" en Vilagarcía, destaca el portavoz de la Coral Rosalía de Castro, pero continuar sin ayuda alguna se hace cada vez más cuesta arriba para un colectivo que el pasado año celebró su treinta aniversario. "Organizamos un acto en el Auditorio Municipal e invitamos a tres corales y a la Banda de Música de Ribadumia", recuerda Gutiérrez González. Y lo hicieron "sin cobrar entrada al público. Únicamente con nuestro esfuerzo y con la colaboración de algunos negocios" de la localidad, que contribuyeron con "bebidas, empanadas o tortillas para ofrecer un pincho" a las agrupaciones que participaron en el concierto.