Autorizado por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, el primer curso de drones del pazo de Vista Real arrancó ayer con una quincena de alumnos. Ante ellos se abren unas nuevas perspectivas laborales a través de un sector que está en auge y del que solo existen cuatro puntos de formación en Galicia, todos ellos relacionados con los aeródromos o aeropuertos que existen. El de Vilanova no es una excepción, ya que la empresa Dronalia ha firmado un convenio de colaboración con el aeródromo toledano de Casarrubios para poder impartir este tipo de formación.
Iago Conde, responsable de Dronalia, destaca que en Vista Real, la empresa tiene la posibilidad de realizar la formación completa in situ, a diferencia de otros puntos formativos que "necesitan desplazarse hasta veinte o treinta kilómetros; al contar con la homologación adecuada de Aviación Civil, podemos dar las clases en el espacio de Vista Real".
El propio técnico reconoce que el curso permite "adquirir un título que demuestra que estás habilitado de manera profesional para pilotar un dron de 25 kilogramos de peso, y nos permite trabajar para uno de los 1.000 operadores que existen en España; en caso de que la apuesta de la persona sea la de convertirse en autónomo, deberían sacar el título de empresa operadora, para lo que se necesita ampliar la formación con la que se cuenta".
Conde reconoce que los drones han despertado una gran curiosidad, "sobre todo a nivel ocio, donde fue el elemento más vendido estas navidades, pero también se ha convertido en una posibilidad laboral, ya que abre muchos campos y puede ser utilizado en multitud de especialidades, que van desde la captación de imágenes, la agricultura o el salvamento y vigilancia".
Lo que deja muy claro Conde es que "no se trata de un juguete, sino que es un elemento sometido a una normativa muy estricta, controlada por Aesa y cumple con los mismos requisitos que un avión".
Esa normativa fue aprobada en octubre de 2014, pero es transitoria a la espera de que se desarrolle de una forma más adecuada la Ley. "En principio, esperamos que la nueva normativa sea más aperturista a la hora de volar, ya que tenemos prohibido el uso de drones en zonas de espacio aéreo protegido (aglomeración de edificios, zonas urbanas, etc); lo que si se va a endurecer son los requisitos para poder pilotar un dron", explica.
Hacerse con un dron equipado con los sensores adecuados oscila entre los 900 euros del más económico hasta los 5.000 o 6.000 euros de una pequeña nave totalmente equipada.
