Ya ha pasado un año desde el viaje inaugural con pasajeros del Eje Atlántico para el Tren de Alta Velocidad, aunque en realidad no estuvo plenamente operativo hasta el 18 de abril. Es por tanto el primer aniversario del viaducto que une Catoira y Rianxo sobre el río Ulla; una estructura que se convirtió en un prodigio de ingeniería capaz de revolucionar las comunicaciones en Galicia.

Mucho se ha hablado de ello esta semana, con motivo de la visita de la ministra de Fomento, Ana Pastor, para inaugurar en Catoira el centro de interpretación del propio viaducto y la laguna de Pedras Miúdas, así como para asistir a la entrega del Premio San Telmo de ingeniería a los artífices de esta construcción singular y modélica.

Es lógico que el puente interprovincial adquiriera de nuevo semejante protagonismo, pues no cabe duda de que su puesta en marcha representa un antes y un después en el tejido ferroviario español.

Tal día como hoy, hace justamente un año, el decano de la prensa nacional publicaba que el Eje Atlántico entraba en el siglo XXI a una velocidad de 200 kilómetros por hora. Y es que desde la estación de A Coruña partía un tren de prueba que llegaba a la terminal de Vigo-Urzáiz en apenas 80 minutos tras atravesar 37 túneles y 32 viaductos, entre ellos el que cruza el río Ulla, con 1,6 kilómetros de longitud.

La propia ministra se refería hace solo unos días a este trazado diciendo que el Eje Atlántico "es un corredor ferroviario que vertebra de norte a sur el litoral gallego y que ya ha sido utilizado por 2,4 millones de personas".

Ana Pastor aclaró que "la media diaria es de 7.600 viajeros en las jornadas laborables, y de 9.000 en vísperas de festivo", por lo que esta infraestructura se ha convertido en "la espina dorsal ferroviaria de Galicia, mejorando de forma sustancial tanto las conexiones como los tiempos de viaje entre las principales ciudades y abriendo un nuevo horizonte de posibilidades tanto en lo social como en materia económica".