La cofradía organizadora de la Semana Santa de Paradela (Meis) quiere reforzar las escenificaciones del Domingo de Resurrección, porque en palabras de una de sus directivas, Julia Torres, "es un día alegre y bonito, que puede gustar a todos los públicos. Lo del viernes es espectacular, pero a muchos niños no les gusta y quieren irse. El Domingo de Resurrección, en cambio, sí que disfrutan". Hace unos años dieron un primer paso en la potenciación de esta jornada con la introducción de más apóstoles en la representación, y ayer dieron un segundo con el estreno de un guión más teatralizado.

"En los años anteriores había un narrador que explicaba con voz en off lo que sucedía ese día. Este año sigue habiendo narrador, pero habla mucho menos, y lo que antes explicaba él ahora lo cuentan directamente los personajes mediante sus diálogos", señala Torres. Así, los soldados romanos conversan entre ellos durante el cambio de guardia que realizan frente al sepulcro donde está enterrado Jesús, y comentan con ironía por qué no bajó de la cruz si en efecto era el hijo de Dios; los apóstoles reconocen que tienen miedo; y las mujeres evocan el entierro de Jesús, cuando antes solo leían poesías.

"Creo que de este modo le hemos dado un impulso importante a esta jornada del Domingo de Pascua y a la gente le ha gustado", añade Julia Torres. Lo que no cambió en esta última escenificación de la Semana Santa de Paradela -que es Festa de Interese Turístico Galego desde 2010- fue la explosión que precedió al descubrimiento de que el sepulcro donde estaba enterrado Jesús estaba vacío, ni el fin de fiesta, con una gran salva de bombas artificiales y el repique de campanas de la iglesia parroquial.

La lluvia le dio una tregua a esta parroquia de Meis, lo que propició que docenas de personas se congregasen frente al jardín del atrio, que es donde tienen lugar la mayoría de las escenificaciones de esta singular Pascua teatralizada. Muchos se sentaron en las gradas situadas frente a un lateral del templo y una gran bandera de Bélgica con un crespón negro que permanece colgada desde principios de semana en el campanario a raíz de los atentados de Bruselas.

De todos modos, en la organización admiten que el cambio de hora de la madrugada anterior evitó que hubiese más gente. "Más de uno llegó a la una y media porque no se dio cuenta del cambio".