Unos quince días permaneció en el arcén de la carretera a Pontevedra la farola retorcida que iluminaba la flamante rotonda instalada por la Diputación para mejorar la seguridad vial en este cruce de Paradela. Un coche la tumbó a pesar de que se encontraba en medio de una placita con forma convexa que marca el núcleo que centra la rotonda.

Han pasado más de tres semanas desde que ocurrió el accidente y los restos del siniestro se mantienen, incluso ni se ha borrado la marca de la rodera que dejó el vehículo al frenar. El problema es que este punto quedó sin iluminación pública, aunque los conductores están acostumbrados a esta frecuentes carencias de la PO--531 carencias, por lo que seguro que ni la echan de menos.

Lo mismo ocurre con una marquesina para la parada del bus en O Sixto que también fue destrozada por la colisión de un vehículo a principios del presente año y que acaba de reponerse.En este caso tampoco llegaba el momento de la reparación y los usuarios del transporte público sufrieron durante un tiempo la espera a la intemperie.

Algo similar ya había ocurrido hace unos meses en Baión donde otro accidente derribó esta especie de quiosco. La construcción de la nueva se retrasó durante varios meses, hasta que se hizo una de obra que continúa en pie.

Como estos casos se salpican otros muchos en la comarca. Los accidentes de tráfico no discriminan propiedades privadas, aunque en estos casos la reparación parece garantizada, gracias a la presión que ejercen los afectados.

En los bienes públicos, las compañías aseguradoras suelen esperar a que sean las propias administraciones las que resuelvan el problema, sobre todo si se trata de infraestructuras urgentes, caso de biondas, barandillas de puentes y báculos de iluminación.

El retraso puede justificarse en el hecho de que los trámites son a veces complejos al ser necesario resolver el atestado que se encomiende a los agentes policiales. Al final muchos terminan en contenciosos ante el Juzgado.