Salvo contratiempos la reforma de las tres rotondas del istmo grovense de A Lanzada estará finalizada en Semana Santa. De este modo ganan en seguridad tanto los usuarios habituales de este trayecto de cuatro carriles -11.252 vehículos diarios en temporada baja- como los visitantes que en próximos días llegarán a la villa meca, y sobre todo aquellos que en verano multiplican por cuatro la población de esta localidad arousana y colapsan este vial paralelo a la playa.

Se trata de la principal y única entrada a O Grove por tierra firme y su estado resultaba francamente lamentable, de ahí la importancia de las obras iniciadas ayer y presentadas a bombo y platillo por la Xunta.

La Administración autonómica estuvo representada por el delegado territorial en Pontevedra, José Manuel Cores Tourís, quien elevó a unos 60.000 euros la inversión prevista en esta mejora que para muchos sigue siendo insuficiente, a la espera de que se coloque una iluminación que se antoja del todo imposible de conseguir debido a la afección que supuestamente causaría a la fauna del lugar.

Habrá que conformarse por tanto con la mejora de estas tres glorietas de la PO-308, que con esta actuación se beneficia de un proceso de "riego de adherencia en emulsión" en 6.644 metros cuadrados de superficie, del fresado de 1.570 metros cuadrados y de la dotación de señalización viaria horizontal con pintura acrílica en 2.820 metros de carretera.

Estos son los datos que desmenuzó la Xunta tras la inauguración de los trabajos a manos de Tourís, acompañado del jefe territorial de Infraestructuras, José Luis Díez; el jefe de servicio de la Axencia Galega de Infraestructuras de Pontevedra, Fausto Núñez; el alcalde meco, Antonio Cacabelos; y otros representantes de la Corporación municipal.

En definitiva, que ayer a mediodía se vivió un despliegue considerable "para recibir la llegada de un camión de piche", según bromeaban algunos de los presentes en el casi fastuoso acto promovido por la Xunta, animada a tomar la decisión de afrontar esta reforma porque se trata de una carretera con un elevado índice de circulación diario y porque las glorietas se encontraban bastante degradadas".

Y estos argumentos parecen plenamente justificados, ya que dichas rotondas -la de Noalla, la del aparcamiento central y la de San Vicente- presentaban fisuras en el firme y un pavimento demasiado pulido ya, lo cual "podía provocar pérdida de adherencia por parte de los vehículos" y bien podría explicar algunas de las salidas de vía registradas en la zona en los últimos meses.

Ahora, con la nueva capa de rodadura, el riego asfáltico de adherencia y el repintado de la señalización horizontal se cree que la seguridad vial en este tramo de apenas dos kilómetros que atraviesa el tómbolo se incrementa de manera notable.

De ahí que el alcalde quisiera agradecer esta inversión, aunque aprovechando la coyuntura para reclamar otras mejoras de seguridad viaria, por ejemplo a lo largo del barrio de Ardia.