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El puente interprovincial que une Catoira con Rianxo se encuentra en estado caótico

La colocación de señales de obra que se han quedado en el viaducto indefinidamente alerta del riesgo existente -Hay badenes, baches y apenas dos farolas que funcionan

El alumbrado público del puente es pésimo, con solo dos farolas en activo. // Iñaki Abella

El puente interprovincial que une por carretera los municipios de Catoira y Rianxo se encuentra de nuevo en situación caótica. Reformado en múltiples ocasiones, con una plataforma de rodadura prácticamente reconstruida hace años y transitado por miles de vehículos cada día, este viaducto sobre el río Ulla se ha convertido en una amenaza para la circulación.

Aunque ya se denunció en repetidas ocasiones, hay que insistir ahora en que el alumbrado público brilla por su ausencia. Hay casi medio centenar de farolas, pero resulta que solo dos alumbran. Las demás están fundidas o rotas.

Es solo un ejemplo del estado de abandono en el que se encuentra sumida esta infraestructura dependiente de las Diputaciones de A Coruña y Pontevedra.

Señales sobre quitamiedos

Pero hay otros muchos problemas, y quizás la mejor muestra de lo que está sucediendo, como también la prueba palpable de que la propia administración es conocedora de este mal estado del puente, es que hace ya muchos meses se instalaron señales provisionales que indican peligro por obras, y allí se quedaron para siempre.

Esa señalización vertical, que por cierto, está chapuceramente colocada sobre los guardarraíles, da cuenta de la ejecución de unos trabajos que en realidad no existen. Simplemente se mantienen las señales de peligro para alertar a los conductores y pedirles que reduzcan la velocidad.

El motivo principal es el badén que se ha formado justo en la frontera entre A Coruña y Pontevedra, aunque dentro de esta última provincia. Una de las juntas de dilatación había sido reformada, pero lo que se hizo fue taparla, cubriéndola con una chapa metálica y una gruesa capa de asfalto.

El resultado es una joroba sobre la calzada que ya ha provocado numerosos accidentes de circulación y que nadie parece dispuesto a corregir.

Al igual que hay otras juntas de dilatación que también suponen un peligro, ya que se han convertido en grandes baches -más bien socavones- que atraviesan la carretera de un lado a otro.

A esto hay que sumar el hecho de que, como se explicó en tantas ocasiones anteriores, la calzada forma ondulaciones. Esta circunstancia, unida a la falta de limpieza en los desagües, hace que cada vez que llueve se formen enormes bolsas de agua que también han provocado diversos siniestros en los últimos tiempos.

A ello ha contribuido también el hecho de que, para corregir el deterioro del asfalto, la decisión adoptada por las Diputaciones hasta ahora fuera realizar parcheos, de forma que el verdadero problema no se ha subsanado y por el contrario la superficie asfáltica es ahora menos uniforme que nunca. De este modo no hacen falta precipitaciones excesivas para anegar la carretera.

Podrían seguir sumándose problemas, como el deterioro de las barandillas de protección lateral, pero lo cierto es que todo conduce a la misma conclusión, y es que este puente presenta peores condiciones y mayor inseguridad cada día que pasa.

Y no es nada nuevo, ya que en los últimos años el alcalde socialista de Catoira, Alberto García García, no se cansó de pedir mejoras en esta estructura, dirigiéndose para ello al entonces presidente de la Diputación de Pontevedra, Rafael Louzán.

Se hicieron mejoras

Es cierto que se acometió una profunda reconstrucción de la carretera hace ya unos años, a lo que se sumó la ejecución de una rotonda en el acceso al viaducto desde el municipio catoirense. También se colocó el paseo de madera cubierto que hace las funciones de acera en el margen del puente que se sitúa sobre las Torres do Oeste. Pero como queda dicho, la plataforma de circulación sobre el Ulla presenta un preocupante estado de deterioro que no pasa desapercibido a nadie.

Y eso a pesar de tratarse de una carretera muy importante, ya que no solo une las comarcas de Barbanza y Caldas-O Salnés, sino que es el acceso principal desde Arousa Sur a la autovía de Barbanza, al igual que se trata del puente empleado por los barbanzanos que se dirigen a Pontevedra y Vigo por autopista y acceden a ésta en el enlace de Carracedo (Caldas).

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