El Concello de Valga es tierra de camelios, pero pronto será conocido también por su producción de aceitunas. Y todo gracias al trabajo realizado en la parroquia de Setecoros, donde a iniciativa del cura párroco los vecinos han hecho realidad una plantación de olivos que ocupa dos hectáreas de terreno, en el que crecen ya, y a un ritmo incluso mejor del previsto, 1.800 plantas.

Lo cierto es que lo del cura Paulino Sánchez, nacido en Asturias en 1955, fue algo así como llegar y besar el santo, pues regresó de África hace tres años e inmediatamente se propuso recuperar una parcela parroquial que estaba cubierta de maleza.

Fue hace dos años cuando se iniciaron las gestiones para hacer productiva esa tierra, y ahora, justamente un año después de que culminara el proceso de plantación, es ya el momento de empezar a pensar en resultados, por lo que se anuncia para 2018 la primera recolección industrial de aceitunas de Valga.

Esto generará unos ingresos de alrededor de 3.000 euros netos por hectárea si se contratan los servicios de recolección, comercialización y demás a terceros. Lógicamente si al final se organizan los parroquianos -hay 920 vecinos en Setecoros- para completar ellos mismos la cadena de producción la rentabilidad será mucho mayor.

En cualquier caso, el gran logro de convertir una tierra improductiva en un gran olivar del que se sientan orgullosos todos los ciudadanos de la parroquia ya se ha cumplido. Y el más orgulloso parece el propio sacerdote.

Ayer explicaba cómo empezó todo. "Se trataba de sacar provecho a la tierra, por lo que desde el consejo parroquial empezamos a estudiar posibilidades y buscamos un cultivo que pudiera resultar idóneo y rentable, adaptándolo al clima, el tipo de terreno y otras condiciones", relata.

Fue así como "tras visitar otras plantaciones y asesorarnos bien, decidimos apostar por el olivo como cultivo, ya que nos generó una expectativa enormemente esperanzadora que ahora, un año después, se están haciendo realidad".

Los olivos dan producción casi desde el principio, pero es preciso quitar las aceitunas para que el árbol siga desarrollándose. Es a partir del tercer año cuando la producción se envía ya a la almazara. Hasta que llegue el momento "debemos seguir regocijándonos al ver cómo produce nuestra tierra", relata Paulino Sánchez antes de explicar que el terreno se repartió a partes iguales entre olivos de origen portugués, italianos y catalanes.

"Somos conscientes de que es algo novedoso en Galicia y de que somos pioneros en la comarca -añade el párroco-, pero estamos esperanzados, sobre todo porque nos hemos asesorado bien para sacar provecho a la que fue una fuerte inversión inicial", la cual fue posible "gracias a un préstamo a cero intereses realizado por una familia de la parroquia".

No cabe duda de que la gestión de este olivar, que corre a cargo de un equipo de dirección formado por una decena de personas -entre ellas el cura- se ha convertido en uno de los grandes acontecimientos de la parroquia y del Concello.