Ahora reside en Cangas, pero Vilagarcía sigue siendo su lugar de visita obligada cada pocas semanas para estar con sus padres. El éxito de sus fotografías antiguas de Vilagarcía en las redes sociales le ha soprendido incluso a si mismo.
-Su Facebook se ha convertido en lugar obligatorio de visita para los vilagarcianos.
-Soy el primer sorprendido de que las fotos estén gustando tanto. Descubrí este grupo de "No eres de Vilagarcia si.." y comencé a meter fotos de manera muy tímida. El primer sorprendido soy yo. Además tengo mucho material inédito. Para mí esta posibilidad de publicar fotos es un entretenimiento. No busco absolutamente nada.
-Sus imágenes también constatan momentos puntuales de la historia de los últimos treinta años en Vilagarcía.
-Son un poco significativas de aquella época, desde finales de los ochenta que empecé a sacar fotos. A mí me tocó vivir esos años aquí y tengo ese material y de muchas de las cosas que pasaron. No solamente hacía fotos de Vilagarcía. No estaba todo el tiempo en Vilagarcía porque mi trabajo me obligaba a moverme por toda la comarca y tengo muchísimas fotos.
-¿Qué le movió en aquellos finales de los ochenta a coger la cámara y salir a la calle?
-Ya era fotógrafo cuando llegué de Venezuela en diciembre de 1986. Hacía muchas fotos, aparte de por mi trabajo como fotoperiodista, por afición. Salía por las calles y hacía fotos para mí. Una vocación más, un entretenimiento. Era fotógrafo 24 horas. Recuerdo la época de la fotografía química, del analógico... Ya de aquella borraba fotos. De muchas imágenes del Arosa me deshice de los negativos, cosa de la que ahora me arrepiento. Aquellos años era imposible prever todo esto de internet. Estamos en tiempos en que somos todos fotógrafos. Se producen millones de fotos intrascendentes, porque lo que da trascendencia es la capacidad de transmitir memoria. Las mías no son fotos muy buenas, pero sí tienen la capacidad de transmitir memoria que es de lo que carece la fotografía digital ahora. No transmiten.
-"Viaxeiros" (1999), "A cidade narrada" (2000), "A cidade reflexionada" (2002), "Retratos voluntarios" (2003) y "De arte da chuvia" (2007), "Cangas-Vigo. Vigo Cangas" (2009). Todos trabajos suyos.
-Pues sí. "A cidade reflexionada" es sobre Vilagarcía. Utilizaba los reflejos en las fotos. Se hizo una exposición y un catálogo muy interesantes. "Retratos voluntarios" es sobre el Prestige y me parece mi trabajo más potente. Luego hay mucho material aún no publicado.
-¿Se animaría a recoger toda su colección de Vilagarcía en un nuevo libro?
-Me estoy animando. Sería algo nada pretencioso, una cosa pequeña. Estoy recién empezando a pensar en esa posibilidad. Podría ser interesante y un momento bonito.
-¿Qué intentaría plasmar en esa publicación?
-Sería un libro de recuerdos, de sentimientos, de emociones y de todo eso que le da valor a la fotografía. Con Enrique Cuña, de Edicións A Nosa Terra, hemos hablado de esto y coincidimos en que el tiempo es el que dota a la fotografía de valor o no. Estas imágenes son muy cargadas de memoria, de sentimientos?. Mucha gente se reconoce o a algún familiar y eso le da valor añadido a las fotos. Nadie afortunadamente hasta ahora se ha molestado porque aparezca un familiar suyo. Estoy muy contento y muy emocionado por el impacto que están teniendo las fotos.
-Se supone que muchos vilagarcianos habrán intentado contactar con usted después de ver las fotos.
-Me están llegando muchos mensajes, solicitudes de amistad y las acepto todas. Hace poco me contactó una chica por una foto de un señor en una moto que era su abuelo y que había muerto hace poco. Le hizo muchísima ilusión que le enviase esa foto y solo con eso me siento muy correspondido. La gente está siendo superamable porque nadie se ha enfadado por las publicaciones y solo estoy teniendo felicitaciones.
