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El San Blas de los mil panes benditos

La parroquia de Simes acogió la fervorosa procesión en honor del abogado de la garganta

Las gaitas de la agrupación Penaguda pusieron la marcha procesional al momento y amenizaron la matinal en el atrio, mientras en los alrededores del templo puestos con exvotos de cera y rosquillas daban aire festivo al pie de la Po-303 que atraviesa la localidad.

La policía local de Meaño coordinó el dispositivo de tráfico durante la mañana en una jornada que discurrió tranquila -no se tuvo constancia de actividad de carteristas- y sin aglomeraciones. De la buena afluencia de gente fue prueba que la misas estuvieron todas llenas, de manera especial las de 10 y 11, si bien también se registraron llenos en las últimas de la tarde. Todo en una jornada soleada que invitaba a disfrutar del evento. Cinco sacerdotes se fueron turnando en los oficios religiosos, entre ellos uno venido de San Eusebio de Coles en Ourense, Rafael Nogueira, compañero del cura párroco de Simes, Juan Ventura.

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Lo cierto es que el San Blas de Simes se ha afanado en los últimos años en recuperar tradiciones propias e incluso algunas importadas de otras celebraciones del santo en Galicia. Así, ayer de lo más requerido por los devotos al acercarse a la efigie del santo para entregar sus dádivas, fue recoger el preciado "pan de Blas". Hasta 1.000 panecillos -el doble que el pasado año en que se agotaron ya de mañana-, bendecidos en la misa de 9, se dispensaron durante la jornada de forma gratuita entre los fieles que se acercaban en la creencia de su efecto sanador sobre la garganta para el que lo come tras acudir al santo con fe. El cura párroco Juan Ventura Martínez explica la tradición: "El pan se relaciona con el remedio de nuestras abuelas de darle a comer al niño miga de pan cuando se clavaba en la garganta una espina de pescado, para de esta forma intentar desenclavarla y arrastrarla". "Y como quiera -continúa- que San Blas salvó a un niño de morir ahogado por una espina de pescado, de ahí la relación del remedio del pan con las espinas y otros males de garganta".

Otra de las tradiciones recuperadas hace poco -esta propia de Simes en tiempos pretéritos- es la de dar a besar al término de cada misa un relicario que guarda en su interior un minúsculo hueso atribuido al santo. El particular tesoro fue encontrado por el párroco en una vieja cómoda de la rectoral quien lo mandó limpiar y decidió retomar en 2014 la vieja costumbre de darlo a besar. En su interior conserva en un pergamino con un sello original de 1918, de Roma.

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