La asociación de Amigos da Dorna Meca quiere insistir en su estrategia para potenciar la cultura marítima tradicional. Es por ello que trata de implicar a los marineros y aficionados, tanto en activo como jubilados, que emplean sus embarcaciones para pescar o pasear, por motivos profesionales o por ocio.
Quieren que las gentes del mar en su conjunto apuesten por el asociacionismo, de ahí que abran las puertas de esta entidad "a todos aquellos que utilizan o ponen en valor este tipo de barcos".
Se refieren a las dornas, racús, gamelas y otras muchas embarcaciones que forman parte de ese gran museo flotante del que dispone O Grove. Y lo hacen porque trabajar con este rumbo "es también beneficioso desde un punto de vista social, pues se favorece la interacción entre personas de diferentes generaciones".
Lo que hizo la asamblea de Amigos da Dorna Meca, reunida el sábado, fue avalar una propuesta presentada por dos de sus socios, Eduardo y Manolo Parada, en este mismo sentido.
Lección de vida y experiencia
Se basan en que en numerosas ocasiones coinciden en la misma playa o el mismo puerto "los miembros de la asociación que preparamos nuestras dornas o navegamos en ellas con los marineros jubilados con sus embarcaciones de siempre y provistos de todos los conocimientos posibles tras toda una vida en el mar sin darse importancia alguna".
Creen en Amigos da Dorna Meca que "merece la pena un esfuerzo, e mataríamos dos pájaros de un tiro haciendo todo lo posible por incorporar a estos marineros jubilados a nuestra asociación, ofreciéndoles una cuota especial y todas las mejoras y servicios posibles, como por ejemplo la posibilidad de rebajar el coste del seguro obligatorio de sus dornas a través da Federación, así como la disponibilidad de materiales a bajo precio y medios para la reparación de sus dornas".
La lectura que hace la entidad es que "no podemos estar presumiendo de ser los recuperadores de barcos tradicionales y de las tradiciones marineras si ignoramos o non reconocemos la realidad de los auténticos marineros tradicionales y sus dornas, aunque naveguen con motor fueraborda".
A modo de ejemplo, Eduardo y Manolo Parada aluden a "marineros de cerca de 90 anos que no van al mar debido a sus limitaciones físicas pero que no quieren vender su dorna y siguen cuidándola como si quisieran que esté con ellos hasta el último día de sus vidas".
