Hace décadas los vecinos de Cordeiro, en Valga, ofrecían hasta 40 lacones a San Paio, San Antonio y San Roque con motivo de la fiesta de la Candelaria. Ayer fueron ocho. El hecho de que el número de cabezas de ganado haya descendido bruscamente desde los años 80, incluso en zonas del rural, y el relevo generacional parecen estar detrás de este cambio. "Ya no se cría como antes, y la gente joven no tiene esta devoción", afirma Manuel Comparada, vocal de la asociación cultural y de vecinos Vilarello, que organiza los festejos de la Candelaria y la singular procesión de los lacones, que parte de la capilla de Vilar y que termina en la iglesia parroquial de Cordeiro.

A falta de más lacones, el protagonismo de la fiesta se lo llevan los fuegos artificiales. Tanto es así que la comisión "quemó" ayer más de 2.000 euros en cohetes, al celebrar con una gran salva cada parada que realiza la comitiva en su camino de cuatro kilómetros, y que discurre por siete aldeas diferentes de la parroquia.

La procesión partió de la capilla de Vilar. Vecinos de este lugar y del de Vilarello portaban ocho lacones en siete cestas, que transportaron las mujeres sobre sus cabezas (algún hombre también se animó durante algún tramo), mientras los varones llevaban en procesión las imágenes de los tres santos, que permanecían en la ermita desde el día 25, que es la fiesta de San Paio y cuando empieza la novena que finalizó ayer, con el regreso de las tallas de San Antonio y San Roque a la iglesia parroquial, acompañadas por la de San Paio.

La comitiva, formada en algunos momentos por hasta un centenar de personas recorrió siete aldeas: Vilar, Vilarello, Moldes, As Eiras, Areal, Outeiro, Beiro y Ferreirós. En cada una de ellas se hacía una parada de al menos un cuarto de hora, durante la cual se lanzaba una salva de fuegos artificiales. Entre tanto, los participantes en la procesión reponían fuerzas tomando algo que le daban en la misma carretera los vecinos de cada lugar: galletas, refrescos, unos vasos de vino o licor de café...

Unas tres horas después de la salida, la comitiva llegaba a la iglesia parroquial, donde se celebró la misa, seguida de procesión. Al recogerse ésta fue cuando se procedió a la subasta de los lacones. El más caro se vendió por 80 euros. "Era buenísimo, pesaría bien los 10 kilos", sostiene Comparada. También los había más modestos, y el más barato se vendió por 40 euros.

El vocal de la asociación organizadora de esta peculiar romería, que se inició como una ofrenda religiosa de los vecinos implorando a los santos protección para su ganado en una época de enfermedades y penuria económica, se mostraba muy satisfecho. "La fiesta ha salido muy bien", y sobre el número de lacones, recuerda que "antes ofrecían la gente de cada aldea por la que pasaba la procesión, pero ahora casi no se cría...".

De hecho, varios miembros de la comisión intentaron hace dos años reflotar el evento criando ellos mismos cerdos, y eso se notó en el hecho de que en la Candelaria de 2015 consiguieron reunir 14 patas. Pero en esta ocasión no fue posible repetir la cifra. En cuanto a los compradores, Manuel Comparada cree que "en esta ocasión los lacones quedaron en la parroquia porque mañana (por hoy) celebramos el día de San Blas". Con motivo de esta fiesta habrá misas en Cordeiro en horario de mañana y tarde, y el Concello organiza su tradicional comida con los empresarios. Acudirán 17, y está invitado el conselleiro de Industria, Francisco Conde.