Los hábitos de consumo cambian a una velocidad de vértigo. Un ejemplo navideño de ello son los mensajes de texto (sms), que millones de personas utilizaban hace pocos años para felicitar la Nochebuena o la Nochevieja, mientras que en la actualidad su uso es residual. Estos cambios tecnológicos llevan aparejados también nuevos problemas y retos sociales.
-¿Tiene el Whatsapp tantos riesgos como el Facebook?
-Son cosas distintas. La primera es una aplicación de mensajería instantánea, y la segunda una red social. Lo que sí creo es que Whatsapp es la más insegura de todas las grandes aplicaciones de mensajería instantánea que podemos encontrar. Pero también es la más utilizada del mundo.
-¿Que no subiría entonces a Whatsapp?
-Desde luego nunca compartiría fotografías comprometidas, que están dando lugar a un nuevo tipo de delito conocido como "sexting". Lo más importante al utilizar estas herramientas es aplicar el sentido común, porque tenemos que tener presente que en el momento en el que una fotografía sale de nuestro terminal perdemos totalmente el control sobre ella, puesto que no sabemos que destino le dará la persona a la que se la hemos enviado. Y los jóvenes tiene una escasa cultura de la privacidad. No están concienciados de los riesgos que implica dar determinados datos.
-En las charlas hablan de "ciberacoso", pero también de "ciberdependencia". ¿Qué es?
-Un ejemplo de ciberdependencia es la nomofobia, que es un trastorno que padecen aquellas personas que sufren angustia o ansiedad solo por el hecho de salir de sus casas sin el teléfono móvil o con poca batería. Es algo muy desconocido en general, pero que padece mucha gente. Hay países donde ya empiezan a tratar la nomofobia con terapias específicas, como se hace con el alcoholismo o el tabaquismo, y donde ya lo califican como enfermedad.
