El temor de que la bomba explotase motivó que se estableciesen unas medidas de seguridad que alteraron sustancialmente la vida en el entorno del puerto de O Grove. Al establecerse un perímetro de seguridad de unos 500 metros en torno a la lonja, la medida afectó al surtidor de gasolina del muelle de O Corgo, que no pudo funcionar, o a la plaza de abastos, cuyas ventas se redujeron drásticamente porque la Guardia Civil impedía el paso de los coches de los clientes hacia la zona.El viernes por la noche también se procedió al desalojo del centro de la tercera edad, así como de una peluquería que existe en el mismo edificio. Los testigos señalan que incluso se ordenó la salida de personas que estaban siendo atendidas en ese momento.

El peso del operativo recayó sobre los expertos de la Armada y la Guardia Civil, aunque también participaron la Policía Local y Protección Civil, que trasladó a la zona su camión de extinción de incendios.

Asimismo, se tomó declaración a los tripulantes del "Día de Reyes" -cuatro grovenses pertenecientes a una misma familia y dos senegaleses-, quienes indicaron que el obús estaba a una profundidad de unos 77 metros y que ellos creían que no era peligroso.

La bomba tenía inscrito un número 1936, de ahí que se crea que data de la Guerra Civil española.