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Dineida Peña: "Me marché de Venezuela para garantizar a mis dos hijas la educación y la sanidad"

"Los resultados son ilusionantes y esperanzadores, aunque las presidenciales todavía son en 2019"

Dineida Peña, venezolana que se domicilió en la casa de sus suegros, en Meaño. // Iñaki Abella

Dineida Peña cogió a sus hijas de 7 y 19 años aprovechando su doble nacionalidad y se vino a España hace justo un año para instalarse en la que había sido casa de sus suegros en Dena. En Venezuela dejó al marido, descendiente de meañeses, y que trabaja allí vinculado a un estudio de arquitectura. Junto a él quedó su otra hija, la mayor, de 23 años, que está a punto de concluir sus estudios universitarios. Dineida Peña seguía en la noche del domingo todo lo que ocurría en las elecciones en Venezuela en las que ella tenía esperanzas fundadas de cambio en el país. Lo hizo a través de la CNN porque, según afirma, "los medios venezolanos son todos oficialistas, están controlados por el gobierno".

- El chavismo acaba de ser derrotado en las elecciones al parlamento venezolano ¿Qué impresión tiene del proceso?

- De mucha ilusión, de hecho estuvimos toda la noche sin dormir siguiendo los resultados. Es un punto de inflexión importante, porque la oposición ha concurrido junta esta vez en el partido La Unidad. Por lo menos es seguro que en adelante el chavismo ya no podrá seguir legislando a sus anchas como hasta ahora. Pero esto no significa su final, porque las elecciones presidenciales no son hasta 2019.

- ¿Teme acaso alguna maniobra por parte del chavismo para invertir la situación?

- Temo cualquier cosa. Maduro siempre habla, incluso había llegado a decir que si perdían sacaría a los militares a la calle. Ya en su día Capriles claudicó para evitar un enfrentamiento civil, no sé si esta vez el chavismo se va a resignar.

- La veo un tanto escéptica?

- Chávez ganó las primeras elecciones hace 17 años, la únicas en que lo hizo con limpieza. Pero no cumplió lo que prometió, cayó en el populismo y todo se fue viciando hasta el punto de que hoy Venezuela para mí es en la práctica una dictadura disfrazada. Te dejan expresarte, sí, pero como lo hagas en contra del gobierno ya estás marcado, por eso la gente se calla, tiene miedo. Cuando llegué a España me sorprendió como la gente aquí discrepaba abiertamente hablando de política, tanto los propios políticos, como en la calle, eso en Venezuela no ocurre.

- Usted decidió venirse para España con sus hijas pequeñas y dejar allá a su marido con la mayor ¿Tan mal estaba la situación?

- No se lo imaginan. Yo lo hice, sobre todo, por las niñas, porque quería que accedieran a la educación y no en un país que iba en retroceso. Escolarizar a los niños en Venezuela era muy complicado, yo estuve dos años esperando un cupo para mi hija pequeña accediera a un colegio. Por arriba cortan la proyección de los jóvenes, hasta el punto de que en los nuevos programas educativos eliminaron Matemáticas, Química o Física, son carreras que no interesan, porque no tienen ni material para laboratorios. Las que están acabando son las últimas promociones, no habrá más.

- Con respecto al plan educativo ¿Qué le sorprendió de España?

- Lo fácil que era matricular a un niño en un colegio. Yo me vine cargada con una carpeta de documentos, porque allá es muy farragoso, y además para conseguir cualquier cosa el soborno, incluso a pequeña escala, está a la orden del día. Y aquí en Dena, cuando fui al colegio para matricular a mi hija solo me pidieron el DNI de la niña, y acto seguido me preguntaron que cuándo podían empezar. Así de fácil, me quedé perpleja. Luego, días más tarde, tuve que ir presentando algún papel más como el certificado de empadronamiento, pero la niña ya estaba yendo a la escuela.

- ¿Tal mal estaba la situación?

- Muy mal. Era cierto que había trabajo, pero de qué sirve cobrar la quincena si luego no puedes comprar medicinas, alimentos? Salías con el dinero a la calle, no acomprar lo que querías sino lo que podías encontrar: un kilo de café, un kilo de pasta?y cuando lo lograbas ese algo volvías contenta para casa. Eso es muy triste. El salario puede parecer digno, pero no resulta real, con la depreciación brutal de la moneda ésta ha perdido todo su valor. Figúrese, cuando yo me vine para acá hace justo un año, un euro eran 300 bolívares, hoy, tan solo un año después, un euro son 1.000 bolívares.

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