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Un oficio artesano que se resiste al paso del tiempo

El canario Bertino Ramos, a sus 59 años, recorre toda Galicia al son de su armónica erigiéndose en uno de los últimos afiladores

Bertino Ramos en una de sus faenas a su paso por la calle Castelao de Vilagarcía. // Iñaki Abella

Ni en lo más profundo de su imaginación podría pensar Bertino Ramos Martín que se convertiría en uno de los últimos afiladores que aún quedan en Galicia. A sus 59 años y con más de treinta residiendo en Galicia, este canario tenía en la construcción su modo de vida hasta hace bien poco. Los azares del destino le obligaron a rehacer sus planes de vida por culpa de una trombosis que le alejó de las palas y las excavadoras y ahora recorre Galicia al son de su armónica.

Residente en Melide, es allí donde tiene su base de operaciones. Cada día una ruta diferente con su carro dentro de su furgoneta. Como él mismo reconoce "trato de pasar como mínimo una vez al mes por cada sitio. Menos a la zona de Vigo y Ourense, el resto de Galicia lo recorro todo. A veces con más éxito y otros con no tanto", señala entre risas.

Lo que nunca falta en su equipaje es su peculiar armónica. Los sonidos que el instrumento emite son tan característicos que enseguida se identifican con la melodía del afilador de toda la vida. Detrás de ello también hay un proceso de formación, "tuve que aprender a tocarla al igual que tuve que hacer un cursillo para aprender el oficio. Y desde entonces ya han pasado cinco años y sigo con las mismas ganas de trabajar que el primer día. Y que no falte el trabajo".

Aunque conservando la esencia también es cierto que el toque de modernidad tiene su sello en su carro. Un generador eléctrico da fuerza a la piedra en la que friccionan elementos punzantes de toda Galicia. Miles de cuchillos, tijeras y navajas han pasado por sus manos en mayor o menor volumen. Una fluctuación del trabajo que para Bertino es el fiel reflejo de la realidad económica de cada momento. Su razonamiento se impregna de toda lógica, "cuando hay dinero yo tengo siempre mucho más trabajo. A más dinero más gente comiendo en los restaurantes y más carne en las mesas. La crisis se nota porque hay menos cuchillos que necesiten cortar".

Además de particulares, son los bares y restaurantes los que más se abalanzan al paso de Bertino para poner en guardia su cuchillería, "parece que se nota más alegría últimamente. Eso es bueno para todos". También la llegada de la navidad y los tiempos de matanza en las aldeas tienen efectos colaterales positivos en su recaudación.

En las últimas horas le tocó recorrer la zona de O Salnés. Vilagarcía, Cambados y O Grove fueron su radio de acción y la sensación de satisfacción era notable. Al precio de dos euros afila útiles de mayor tamaño, precio que se reduce a la mitad en función de las dimensiones. A este respecto, Bertino no pasa por alto que "también hay muchos gastos. Recibo de autónomos, el coche, el generador... Da para vivir y tener un plato en la mesa, pero para poco más".

Una cuestión que no negocia Bertino es el de la seriedad en su trabajo, "no puedo permitirme el lujo de perder ningún cliente y por eso me empeño cada día en que su satisfacción sea la mía".

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