Aunque la campaña de libre marisqueo esté camino de cumplir los dos meses de actividad, e independientemente de que la temporada del centollo esté ya plenamente lanzada, por lo que se han tranquilizado bastante las cosas respecto a las semanas previas, los efectivos de Gardacostas de Galicia, Policía Autonómica y Guardia Civil del Mar, así como los vigilantes de las diferentes cofradías de pescadores arousanas, no pueden bajar la guardia, y de hecho parece que no lo hacen.
Lo cierto es que el control de capturas y descargas se mantiene en la ría, los puertos, lonjas y plazas de abastos, por lo que prácticamente a diario se identifica a mariscadores furtivos, se decomisan especies de talla antirreglamentaria o se interceptan útiles y aparejos sin identificar o se detectan mercancías transportadas por carretera sin permiso para ello.
Ayer, sin ir más lejos, se extendió rápidamente el rumor de que el Seprona había protagonizado un nuevo decomiso de centollo y pulpo entre Migalliñas y Porto Meloxo (O Grove), esta vez en manos de un submarinista.
Lo que sucede es que el actual momento del año resulta extremadamente delicado, y más que lo será a medida que se aproxime la Navidad.
El centollo, la vieira y la volandeira son especies que requieren una atención especial por parte de los servicios de inspección y vigilancia, tanto para evitar la esquilmación de los caladeros como para proteger los intereses de los pescadores y salvaguardar la salud pública, ya que consumir productos adquiridos ilegalmente puede tener graves consecuencias.