Agustín Iglesias, más conocido como "Tino", y Ricardo Otero, apodado "Carolas", son los dos vecinos de Carril elegidos por el Ayuntamiento de Vilagarcía -el alcalde llamó por teléfono a ambos- para recoger esta noche (a las 21 horas en el Salón García) el premio Amuparna otorgado al pueblo carrilexo por su defensa a ultranza de Cortegada. FARO DE VIGO reunió ayer a estas "leyendas vivas" de la localidad marinera para conocer sus opiniones y vivencias sobre el pasado y presente de la isla.

Sendos octogenarios no ocultan su sentimiento de añoranza de la Cortegada de antaño -aún siendo privada-, "cuando todos los vecinos íbamos los domingos a comer a la isla, a pasar allí el día" sin que hubiese problemas. De hecho, Cortegada hasta servía de espacio de recogimiento y duelo durante las fiestas patronales para las personas que habían perdido a un ser querido. "De niño, había frutales con los que matábamos el hambre, y también flores; era como un jardín muy bien tratado y la gente disfrutaba de la isla; no como ahora, que está deteriorada, llena de maleza que no podemos ni tocar", lamenta Agustín Iglesias, un histórico de la lucha por la recuperación de la titularidad pública del archipiélago. También participó activamente en otros movimientos sociales, como "los del hospital o la contribución", relata a sus 84 años.

Tanto él como su vecino "Carolas", de 81, están contentos de que el archipiélago dejase de ser privado en 2007 -una reivindicación del pueblo que en los años 80 propició la constitución de la Comisión Cidadá en Defensa de Cortegada-, pero reivindican un uso "más libre" y con menos restricciones del territorio en el que vivieron varias generaciones, hasta sus abuelos. "De nueve hijos que tuvo mi abuela, siete nacieron en Cortegada", ejemplifica "Carolas". "Los trabajadores de la isla deberían ser de Carril", reclama el carrilexo, que no comprende las "elevadas restricciones" establecidas por el Parque Nacional Illas Atlánticas para visitar el archipiélago. "Antes se podía retirar maleza, madera, piñas, y no pasaba nada. Ibas con la familia a pasar el día y cogías cuatro camarones y cuatro mejillones", recuerda Ricardo Otero. "Nunca va a ser lo mismo", añade "Tino" mientras otea la isla.

Ellos llevan años sin pisarla pese a que está "a tiro de piedra" del muelle de Carril -con la marea baja se puede ir caminando-. "Fui hace unos tres años con mi hija y unos amigos de A Coruña y no me quedaron ganas de volver. Les hice una paella de berberechos y nos fuimos para Cortegada. Llevamos unas hamacas para tomar la siesta y cuando las atamos a un pino, nos llamó la atención el vigilante y tuvimos que sacarlas", relata "Carolas".

Por su parte, "Tino" echa la vista atrás sobre el largo proceso para que Cortegada dejase de ser privada, y no se olvida de "Daniel Poyán, que tuvo mucho que ver" en la donación de la isla a Alfonso XIII, en 1907. Su hijo, Juan de Borbón, la vendió a Inmobiliaria Cortegada S.A. por 60 millones de pesetas, una propiedad que tras una larga e intensa lucha por parte del pueblo carrilexo fue expropiada en 2007 por la Xunta por 1,8 millones de euros. Poco después Cortegada se integraba en Illas Atlánticas.