La Gastrotaberna Churruca expone desde ayer, y hasta el 30 de noviembre, parte de la obra de Javier Bruquetas. Un total de 21 cuadros colgarán de las paredes del local sito en A Baldosa en la que no será una exposición al uso, puesto que detrás de esta muestra existe una causa tan noble como la recaudación de fondos para la batalla contra el cáncer infantil.

El autor de los lienzos, también enfermo, acudió ayer desde su Pontevedra natal al acto de inauguración de una exposición cuyo espíritu benéfico quedó notablemente remarcado. Empleado del BBVA, sus propios compañeros Francisco Martín y Patricia Rodríguez fueron los encargados de articular todo el proceso para plasmar las obras de "Bru" en Vilagarcía y, con ello, abrir una campaña de captación de fondos en favor de la lucha por conseguir la mejor calidad de vida posible para los pacientes infantiles de las plantas de oncología de los hospitales gallegos.

La iniciativa "Sonrisas Pelonas" es la destinataria de todo lo que se recaude con esta donación de la obra de Javier Bruquetas. Su representante Olalla Sueiro también acudió a la inauguración para recibir un cheque de 1.220 euros, cantidad que se obtiene de la compra de la invitación para el acto de apertura unida la suma de aportaciones varias. Además, todas las personas que quisieron colaborar entraron en el sorteo de uno de los cuadros expuestos. La emoción y la sensibilidad fueron protagonistas de los discursos allí realizados.

Con la implicación de las asociaciones de voluntarios y jubilados del BBVA, así como de la bodega Paco&Lola y la Gastrotaberna Churruca, la posibilidad de colaborar con tan ejemplar motivo sigue siendo factible. Además de una fila cero abierta en cualquier oficina del banco, todos aquellos que consuman vinos de la empresa colaboradora en el local de A Baldosa estarán siendo partícipes de una donación a la asociación "Sonrisas Pelonas".

La magnitud humana de la causa añade una mayor jerarquía al conocer que todos los cuadros expuestos no son ya propiedad de Javier Bruquetas, pintor aficionado confeso, sino de sus compañeros de trabajo. A ellos fue regalando sus creaciones a lo largo de los últimos diez años, concretamente desde que comenzó a sentir atracción por la expresión plástica de la mano de su hija. El incalculable valor sentimental de las piezas impide su subasta o venta, pero la puerta de la Gastrotaberna Churruca está abierta para todo aquel que se sensibilice con una batalla que afecta a niños y mayores.