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Día de Todos los Santos en Arousa

El buen tiempo abarrota los cementerios y les permite lucir su amalgama de colores

Por la tarse hubo atascos, si bien por la mañana la afluencia fue mucho más escalonada

El camposanto parroquial de Cornazo, en Vilagarcía. // Noé Parga

El sol que brilló durante toda la jornada permitió a los cementerios arousanos lucirse en todo su esplendor. Tanto los ayuntamientos como los propios vecinos habían puesto a punto los camposantos, un trabajo que ayer quedó patente, con las instalaciones limpias e impecables. Además, la variada y abundante ornamentación floral propia del Día de Todos los Santos contribuyó a que la estampa de las necrópolis fuese espectacular.

Miles de arousanos fueron testigos de ello. Si bien la afluencia de personas que fueron a visitar a sus familiares y amigos fallecidos fue escalonada a lo largo de la mañana y del mediodía, por la tarde se llegaron a formar atascos de tráfico en las inmediaciones de algún cementerio, como fue el caso del de Rubiáns, de propiedad municipal.

Durante todo el día estuvieron agentes de la Policía Local regulando la circulación, un dispositivo que el cuerpo despliega todos los años por estas fechas para intentar descongestionar los accesos al principal camposanto de Vilagarcía. Uno de los momentos más multitudinarios fue el que coincidió con la misa celebrada frente a la capilla ubicada dentro del cementerio, sobre las cinco de la tarde.

Aunque ayer fue el día más concurrido en las necrópolis arousanas para visitar a los familiares y amigos que ya no están, este año la fecha coincidió en un fin de semana largo, con tres días no laborables por delante -hoy es festivo-, por lo que hubo gente que ya el sábado acudió a los cementerios a colocar los centros florales.

Y los había de todos los tipos y colores, y tanto modestos como ostentosos. Las flores pomposas, como crisantemos y boris, y también las rosas -sobre todo rojas- eran las variedades más comunes que ornamentaban las lápidas. También se veían liliums y margaritas, pero en menor medida.

A Illa se vela de noche

El municipio de O Salnés que celebra de una forma peculiar, o al menos en un horario distinto, el Día de Todos los Santos es A Illa, pues sus vecinos acuden al cementerio cuando se pone el sol, por lo que la mayoría de los nichos y tumbas disponen de luces encendidas. El Ayuntamiento también colocó luminarias para facilitar las visitas nocturnas al camposanto.

Otra de las necrópolis curiosas de la comarca es la de Santa Mariña Dozo, en Cambados. En este caso su singularidad viene marcada por su importancia arquitectónica, pues las ruinas de una iglesia capitanean el cementerio. Dentro de la estructura hay algunas personas enterradas, si bien la mayoría de los difuntos se ubican fuera de ella, en su entorno. "En las ruinas solo están los privilegiados y algunas personas que murieron de repente, como en un accidente", comenta una vecina mientras limpia la lápida de un familiar.

En el altar de las ruinas, aparte de varios sacerdotes, también descansa Joaquín María del Valle Inclán, el hijo del ilustre escritor vilanovés que falleció cuando era un bebé, con solo cuatro meses de vida (nació el 28 de mayo de 1914 y pereció el 29 de septiembre de ese año).

Las flores que ayer adornaban su pequeña sepultura eran exactamente las mismas que las que tenía la mujer de Valle Inclán en su tumba, ubicada en la entrada del cementerio cambadés. Se trata de Josefina Blanco Tejerina, fallecida a los 79 años, en 1957. "Antes venía a limpiar la lápida una mujer de Santo Tomé, pero nunca me coincidió a verla", dice una vecina que visita a un familiar en el camposanto de Santa Mariña Dozo.

Otro de los atractivos para los visitantes que acuden a esta singular necrópolis es el Cristo que la preside. En septiembre de 2014 fue retirado de su emplazamiento original para someterse a un proceso de restauración. De hecho el Día de Todos los Santos del año pasado durante la misa vespertina oficiada por José Aldao en las ruinas, se recurrió a una foto de la talla para ocupar el espacio que dejara vacío la misma.

Talla provisional

Pero este año no ha hecho falta utilizar una imagen instantánea, pues el cambadés Francisco Leiro esculpió un nuevo Cristo que desde el mes de agosto preside el altar de las ruinas de Santa Mariña. Está elaborado con madera de roble policromada, mientras que la cruz es de pino tea. Sus dimensiones son de 2,8 metros de altura, 1,80 de ancho y 65 centímetros de fondo.

El Cristo despertó curiosidad en una buena parte de las personas que ayer visitaron el cementerio de Santa Mariña. Las personas que todavía no habían tenido oportunidad de verlo opinaban sobre la obra de Leiro. Los comentarios eran de toda índole, si bien lo que más sorprendía a los allí presentes era la forma de la cruz.

El autor lo explica claramente en la ficha que acompaña la imagen: "Se representa la expiración de Jesucristo. Elijo la cruz en forma de TAU como homenaje al antiguo convento de San Francisco en Cambados. De ahí el título de la obra [Cristo do Convento]". Y es que la cruz en forma de "T" es un símbolo de la orden franciscana.

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