Los vilagarcianos que cruzan con frecuencia la plaza de España todavía perciben la sensación de aire fresco que transmite el entorno después de siete meses de reformas que concluyeron con una fiesta de inauguración celebrada a principios de agosto.

La satisfacción de vecinos y comerciantes al observar un entorno renovado y abierto a los peatones no cierra el paso a las críticas y el descontento que se expresa ante aspectos concretos de la nueva imagen de este céntrico espacio.

Francisco Javier Vidal, propietario del bar Mickey, situado frente a la emblemática plaza, ha escuchado la opinión de numerosos residentes y visitantes que han comentado este verano los cambios y las novedades que se producían en esta zona.

La ubicación de los asientos se convierte, según el empresario vilagarciano, en uno de los motivos de discusión que entretiene a los consumidores mientras deleitan una taza de café.

"Los bancos se han colocado de manera que no es posible contemplar ciertos lugares, aparte de que queda sitio para añadir, como mínimo, seis asientos más, y alguno de ellos cerca de la fuente", indica Vidal, que resalta, como nota positiva, el aumento de la iluminación, pero lamenta la suciedad que genera el comportamiento irresponsable de algunos dueños de mascotas que no recogen los excrementos.

La molestia en torno a este tipo de restos provoca que surjan propuestas para resolver esta situación. Luis Abalo, un vilagarciano jubilado, propone más vigilancia y multas para "dar un toque de atención" a aquellos que no respetan la plaza cuando pasean a sus animales.

Abalo admira el nuevo alumbrado del lugar y considera que "hay que darle tiempo al tiempo" en lo que se refiere a los nuevos árboles y plantas que colorean este rincón, pero se pregunta "adónde ha ido a parar la placa que incluía un escudo y una inscripción en la parte superior de la fuente".

El gaiteiro Carlos Rey, miembro de "Os Terribles de Arousa", tiene la oportunidad de mirar la plaza de España cada día desde la ventana de su vivienda y habita en la capital arousana desde hace más de medio siglo. Rey suscribe la idea de que "faltan bancos para aprovechar mejor el espacio", pero sus principales quejan se dirigen al nuevo sistema de iluminación.

"Estos puestos de luz son demasiado bajos, no ofrecen una visión amplia del jardín y deslumbran por estar a la altura de la propia vista", subraya el gaiteiro, que pronostica, por otra parte, que "no van a durar mucho, porque aún circulan por aquí coches que pueden llevarse algo por delante".

Otra comerciante del entorno, Susana Baulde, propietaria de la tienda Carmen, aprecia las reformas que se efectuaron en este sentido. "El parque ofrecía una imagen de penumbra al anochecer, aunque estos pivotes luminosos no conservan el encanto de lo tradicional", revela Baulde, que mantiene este puesto desde hace casi 33 años.

El desconcierto principal sobre el orden actual de algunos elementos despierta la curiosidad de esta empresaria, que desearía saber "por qué cada banco cuenta con un lado en el que hay suelo adoquinado y otro en que solo hay hierba".

Baulde expresa también su interés en que el Concello "regule el tráfico de una vez" y establezca otras calles de entrada y salida para ahorrar estorbos a los peatones.

Un espacio verde y gris

La cuestión botánica estimula conversaciones en las que cada vecino adopta una postura distinta. El gaiteiro Carlos Rey pone el acento en la importancia de cuidar las plantas del jardín y "hacer una buena poda cuando crezcan para que eso no parezca una selva".

Susana Baulde estima que la remodelación ha permitido que haya un enclave "más verde", aunque recuerda la existencia de "calvas" en algunos puntos, y advierte de que el paso de la luz diurna aporta ahora mucha más claridad.