--Desde la experiencia, ¿qué mejoraría de los servicios que usted prestaba?

--La situación de los profesionales es excelente; tenemos todos los medios, pero la presión de la consulta suele ser muy importante. Mi media de consultas a lo largo de este último año de trabajo ha sido de 25 al día, lo que con urgencias incluídas supone que algún día atendiese a 40 o 50 niños, y eso, desde mi punto de vista, es una locura. Lo que uno tiene que hacer en esta profesión no sólo es curar, sino prevenir y educar médicamente a la población, algo que con esta carga de trabajo resulta imposible y supone un estrés y un riesgo de cometer equivocaciones. Por otra parte, creo que una localidad como Sanxenxo necesitaría un pediatra en horario de tarde, ya que los niños en este ayuntamiento no tienen un pediatra público a su disposición desde las 3 de la tarde hasta las 8 de la mañana del día siguiente, por lo que sería positiva una plaza de pediatría de 3 a 10 de la noche. Y no estoy pidiendo un imposible; otras localidades de menor población, como Cambados, tienen dos pediatras por la mañana y uno por la tarde, mientras que Sanxenxo solamente dispone de los dos matinales.

--¿Le gustaría entonces que se potenciase la educación sanitaria?

--Desde luego. Creo que los médicos pasamos demasiadas horas dedicadas a la asistencia. Por eso me hubiese gustado que a través de las Anpas y los institutos se acercase a un médico a ofrecer información a los jóvenes sobre cualquier vacuna, enfermedad o incluso educación sexual. Pero si uno está dedicado todo el día a pasar consulta no le queda tiempo, por eso digo que estamos saturados de dar asistencia primaria, y aunque es estupendo el contacto diario con los pacientes y sus familias, resulta muy difícil realizar investigación o docencia. Yo propondría las mismas horas de trabajo, pero intentando distribuirlas de otra forma.