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El cuatripartito considera que la Festa do Albariño ya no puede acoger más público

El gobierno afirma que las retenciones de tráfico del sábado y los problemas para tener las calles limpias se debieron a una afluencia "que desbordó todas las expectativas"

El Paseo da Calzada estuvo abarrotado de gente en varios momentos hasta el domingo. // Noé Parga

El éxito o fracaso de la Festa do Albariño de Cambados se midió tradicionalmente en cifras: asistentes a la fiesta, botellas y catavinos vendidos en el Paseo da Calzada, volumen de basura generada... Las estadísticas de este año han sido impresionantes en todos los aspectos, y superaron con creces las de las últimas ediciones. El gobierno municipal se muestra muy contento de que la fiesta haya atraído a tanta gente, pero también avisan de que posiblemente la Festa do Albariño haya tocado techo en cuanto a capacidad de acoger gente.

El primer teniente de alcalde, Víctor Caamaño y los concejales Xurxo Charlín y José Ramón Abal comparecieron ayer al mediodía en el salón de plenos de la casa consistorial para dar en una conferencia de prensa su valoración oficial sobre la fiesta. Y aunque estaban felices, no ocultaron una cierta preocupación.

Víctor Caamaño aduce que "lo que palpamos en la gente es que hay una sensación general de satisfacción... Los datos son impresionantes, pero también nos tienen que llevar a reflexionar hasta donde puede llegar Cambados, ya que el pueblo tiene una superficie y unas infraestructuras que son las que son, y que no sabemos si son suficientes para aguantar durante mucho tiempo una afluencia simultánea de 100.000 personas".

Y es que el cuatripartito se encontró con una edición de la fiesta más concurrida que otras: una ligera mejoría de la situación económica, el repunte del turismo, o el interés despertado por algunos conciertos del programa pueden ser tres factores que expliquen el éxito de una edición que reunió durante cinco días en la villa a unas 275.000 personas (otros años se hablaba de 200.000).

Además, se vendieron en A Calzada unas 85.000 botellas de albariño, frente a las 70.000 de la edición de 2014; y los operarios recogieron más de 100 toneladas de basura. Los datos se dispararon especialmente el sábado.

Ese día, Cambados se vio literalmente colapsado. Xurxo Charlín dijo que "tuvimos un pico de gente tan grande que desbordó todas las expectativas", y que motivó que aún ayer martes hubiese brigadas de limpieza trabajando en las calles. "Aún quedan unos días para que Cambados vuelva completamente a la normalidad". Y eso que este año trabajaron 50 operarios de limpieza (15 más que en 2014), tal y como explicó José Ramón Abal. Pero es que el sábado la situación en Cambados era casi inimaginable.

Había retenciones para entrar en la villa de hasta cinco kilómetros, de modo que la cola de coches llegaba hasta la rotonda de Os Castaños, en Barrantes, y en algunos momentos hasta la de acceso a la Autovía do Salnés. Mientras, el centro estaba tan lleno de gente que era prácticamente imposible circular por allí, y los taxis decidieron quedarse en lugares como la rotonda de A Cabana, en la salida de Corvillón, lo que obligaba a la gente que quería coger uno a caminar hasta allí.

El cuatripartito de Cambados sostiene que es momento de hacer un ejercicio de responsabilidad, y que hay que repensar la fiesta con frialdad, puesto que el escenario actual quizás sea insostenible. Víctor Caamaño aduce que "no podemos ser simplistas y decir que la fiesta fue un éxito absoluto solo porque Cambados estuvo abarrotado de gente. No podemos esperar que el éxito de la fiesta se mida en tener cada año más gente", pues opina que de esa forma llegará un momento en que la hostelería y el comercio locales serán incapaces de atender a todos los asistentes, que el público no disfrutará tanto del evento y que incluso se podrían generar problemas de seguridad al dificultar las multitudes el paso de los vehículos de emergencias.

Así las cosas, plantean varias alternativas, como expandir la zona festiva también hacia San Tomé, para que de ese modo se reparta más la gente, o incluso "reconducirla" mediante una correcta organización de los horarios y actividades para reducir los colapsos puntuales. Eso sí, admiten que lo que no se va a hacer es prohibir los botellones multitudinarios que se producen esos días en la calle.

En otro orden de cosas, Víctor Caamaño afirmó que "vamos por el camino de que la fiesta esté cada vez menos politizada", e insistió en que el Concello intentará ahora crear un patronato con agentes sociales para organizar la próxima edición y que "la fiesta tenga un formato más democrático y menos centralizado en el Concello".

Xurxo Charlín, por su parte, recordó que tuvieron apenas un mes para organizar una fiesta muy compleja. "Para mucha gente esta era la gran prueba que teníamos que pasar el cuatripartito para demostrar que podemos coordinarnos, y creo que lo conseguimos". Sobre la comida oficial del domingo, indicó que asistieron 630 personas, pero que solo fueron invitadas 380 (100 menos que en 2014), mientras que pagaron la entrada de 40 euros 251 vecinos. Finalmente, José Ramón Abal indica que durante la fiesta se realizaron 47 traslados sanitarios en ambulancia.

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