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Los piratas retornan a la costa grovense

La localidad acoge este fin de semana la recreación de la llegada de los corsarios

Como los soldados franceses en el Concello de Valga, o como los vikingos en el de Catoira, los corsarios quieren tomar el pueblo de O Grove y llevarse sus riquezas. Es una recreación de tintes históricos que ayuda a generar riqueza en el conjunto de la economía local, o al menos esa es la intención de Empresarios Grovenses de Bens e Servicios (Emgrobes) al organizar el "Desembarco pirata", que este fin de semana alcanza su cuarta edición.

Entre mañana y el domingo, con centro de operaciones en la playa urbana de Peralto-Confín y todo su entorno, grovenses y visitantes van a poder disfrutar de infinidad de actividades para recordar unos hechos "ocurridos durante las noches del 21 de agosto del 1798 y del 9 de julio de 1801".

La primera de las incursiones, cabe recordar, estuvo comandada por el pirata Cristóbal Cristansenz, alias "El Perro", que junto a su tripulación "dejó muy malherido y próximo al degüello al cura Diego Antonio de Medina que permanecía solo en la casa rectoral" en el momento del ataque.

El segundo episodio "fue perpetrado por otro corsario inglés cuyo nombre se desconoce, que desembarcó en la costa acompañado de 36 marineros y de su cómplice en tierra, Mariano Villafines, vecino del puerto de Marín", explican en Emgrobes.

La casa rectoral de San Vicente era por aquel entonces "una de las más codiciadas por la piratería, y a la vez resultaba sencilla de asaltar, dada su ubicación en una zona bastante apartada del control de los habitantes del pueblo, quienes no pudieron acudir en ayuda de su párroco por no advertir la presencia de los piratas".

La historia cuenta que "el cura se encontraba acompañado por dos personas, su mayordomo de ánimas y su sacristán, a quienes los piratas obligaron a subir a bordo el botín, para luego dejarlos en libertad".

Parece incluso que el sacerdote Diego Antonio de Medina "se había trasladado a vivir a la parroquia de San Martín, por no encontrarse a gusto en la casa rectoral, no solo por temor a nuevos asaltos, sino porque tenía conocimiento de que el tifus había asolado la casa antes de su llegada a San Vicente".

También se explica desde la patronal meca, para ambientar la celebración de este fin de semana, que "los piratas se llevaron todos los objetos de valor de la iglesia y de la casa rectoral, los cuales no pudieron ser repuestos por los feligreses de la parroquia al encontrarse inmersos en una profunda pobreza causada por las guerras, la peste, el hambre, las levas, los impuestos y las penurias de todo tipo, aunque con la ayuda de los donativos de otros pueblos se logró reponer los objetos robados de la iglesia".

Y todo esto es lo que se cuenta y rememora con la fiesta que se vive en O Grove este fin de semana, de tal modo que los vecinos se visten con las ropas típicas de entonces, los escaparates se engalanan para tal ocasión y en las calles se vive un ambiente festivo que parece mejorar en cada edición.

Se trata de convertir las calles del centro urbano en un gran teatro con el que trasladar a los ciudadanos a hace un par de siglos y recordar la época de los corsarios, de ahí que si bien la dramatización de las incursiones se realiza en la playa de Confín, las diferentes actividades previstas se extienden a calles como Platería y Castelao, para que el espíritu festivo contagie a toda la villa.

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