Una multa de seis euros durante sesenta días es la petición de la Fiscalía para José Ramón Abal, líder de Cambados Pode, por una falta de desobediencia leve a agentes de la autoridad en el ejercicio de sus funciones. El cabeza de lista de la formación que tiene en su mano cual será el color del próximo gobierno de la villa del albariño tuvo que enfrentarse ayer a un juicio rápido en Cambados para declarar por unos hechos que se remontan al pasado 10 de abril en la conocida como rotonda de Cabanelas y que Abal siempre negó, algo que no hizo ayer ante la juez de Cambados.

Según los agentes de la patrulla fiscal, la situación se remonta a la mañana del 10 de abril, cuando le dan el alto a un Mercedes en el que viajaba como conductor el ahora electo edil de Cambados Pode en compañía de una mujer de edad avanzada. Uno de esos agentes le pide que abra el capó del vehículo y que le entregue la documentación para identificarle y comprobar que no cuenta con antecedentes, devolviéndosela posteriormente. A partir de ese momento, las versiones de los agentes y del líder de Cambados Pode difieren totalmente.

Según los agentes, uno de ellos ve una coloración extraña en los manguitos del vehículo en su inspección ocular y decide acercarse al coche patrulla para recoger los elementos necesarios para comprobar si se trataba de gasóleo subvencionado o no, conminando al chófer a que aguarde a esa comprobación. Su sorpresa es total cuando Abal decide montarse en el vehículo y arranca sin previo aviso y, supuestamente, haciendo caso omiso a las señales que le realiza otro agente para que se detenga. Los dos se montan en el vehículo patrulla y comienzan la búsqueda infructuosa del conductor, al que no localizan, pero al que tienen totalmente identificado por la documentación que les entregó. Por su parte, Abal aseguró que todo se debió a un "malentendido". Reconoció que en la mañana del 10 de abril se encontró con un control en el que le solicitaron que abriese el capó y tras ver que el agente comprobaba una serie de datos y le devolvía la documentación entendió que podía marcharse.

Justificó incluso su decisión de abandonar el lugar en que el guardia civil "me dijo que estaba todo listo", unas palabras que ninguno de los agentes corroboró.

El abogado defensor pidió en su alegato la libre absolución, antes de que el propio Abal pidiese "perdón por lo ocurrido", recordando que en todo momento fue colaborador con los agentes.