Las estimaciones de diferentes dirigentes del sector bateeiro dicen que entre 5.000 y 10.000 personas pueden verse económica y laboralmente afectadas en la actualidad por la presencia de fitoplancton portador de biotoxinas en las rías gallegas. Se refieren a empleos directos e indirectos que se pierden, al menos temporalmente, a causa de la prohibición de extracción derivada del actual episodio tóxico, el cual suma sus efectos al padecido en primavera o al registrado en otoño de 2013.

Actualmente están cerrados la práctica totalidad de los polígonos bateeiros de Galicia, y esto supone un cese de actividad que no solo afecta a los productores, sino también a los trabajadores de las empresas de transporte -las que distribuyen el molusco por España y Europa- y a los empleados de depuradoras, conserveras y cocederos, donde la pérdida de ingresos este verano empieza a ser acusada después de que se sus propietarios se vieran obligados a paralizar o posponer la importante y esperada "campaña de industria".

Esas empresas transformadoras tendrían que estar ahora en pleno apogeo, pero el episodio tóxico obliga a parar máquinas, de tal forma que el personal eventual de las distintas industrias permanece en sus casas, a la espera de tiempos mejores, mientras que los empleados fijos están en muchos casos "a medio gas" o incluso dedicándose a tareas de mantenimiento en sus instalaciones laborales.

Las prohibiciones y la consiguiente ausencia de producto en el puerto afectan también a las campañas de exportación a Italia y Francia, "donde ya no se vende un solo kilo", lamentan los productores.

Hay que tener en cuenta que el sector bateeiro gallego puede generar, en condiciones normales, unos 11.500 puestos de trabajo directos y 7.000 indirectos; cifras que el Consello Regulador do Mexillón de Galicia elevó en su momento hasta los 20.000 empleos totales.

Si a esto se suma que la facturación anual del mejillón puede oscilar entre 120 y 150 millones de euros en primera venta, tras la comercialización de unas 250.000 toneladas de producto -las exportaciones rondan las 40.000 toneladas anuales, por valor de 9 millones de euros-, es fácil de entender por qué el sector bateeiro está considerado uno de los principales motores económicos de Galicia.

Y en consecuencia también se entienden las dificultades que atraviesa ahora la mitilicultura y que esto suponga un duro lastre para la región, en la que miles de familias esperan con ansiedad la renovación del agua mediante la introducción en las rías de corrientes cargadas de nutrientes pero exentas de fitoplancton tóxico, para que así las células lipofílicas que actualmente afectan al molusco desaparezcan y puedan reabrir los viveros flotantes de cultivo.

"Es una problema enorme para todos, sobre todo para las familias que no tienen más ingresos que los derivados del mejillón; pero también es un trastorno económico muy importante para las mujeres que trabajan en empresas conserveras y cocederos que ahora deben permanecer paradas", esgrimen los responsables de diferentes organizaciones del sector bateeiro.

Incluso entre los dirigentes políticos de diferentes municipios hay preocupación. "En localidades como la nuestra buena parte de la población vive del mejillón, y campañas como la de industria, ahora parada, son tan importantes como un buen mes para el turismo, de ahí que el cierre de bateas por biotoxinas suponga un trastorno enorme para todos", esgrime el edil grovense Alfredo Bea.

Al cierre de esta edición permanecía prohibida la extracción en 42 polígonos bateeiros de toda Galicia, 22 de ellos en Arousa, ocho en Pontevedra, otros ocho en la ría de Vigo, dos en Muros-Noia, el de Baiona y el de Corme. Por contra, seguían autorizados para la extracción cuatro polígonos de Redondela (Vigo), los dos de Sada, uno en Arousa y dos en Muros-Noia.