Los petroglifos son una de las manifestaciones artísticas más antiguas de cuantas se pueden encontrar en Galicia. Se trata de piedras de granito grabadas hace entre 4.000 y 5.000 años con motivos figurativos (seres humanos, animales) o geométricos (espirales, círculos) cuyo significado todavía hoy en día son un misterio.

La mayor parte de las estaciones rupestres gallegas se conservan en la franja occidental de las Rías Baixas, principalmente en municipios como los de Campo Lameiro o Cotobade, pero también existen muestras en O Salnés y Ullán.

Los más destacados y conocidos son los de Outeiro do Cribo (Meis); Os Ballotes (Vilagarcía); Pedra das Tixolas (Catoira); y Monte dos Vilares (Valga). Se trata, además, de los únicos que cuentan con una mínima señalización en las carreteras para que los interesados puedan localizarlos y que figuran en algunas guías turísticas.

Pero los expertos están convencidos de que hay muchos más. Lo que ocurre, según ellos, es que el arte rupestre del margen sur de la ría de Arousa ha sido muy poco investigado, de modo que pueden existir muchos petroglifos enterrados bajo espesas capas de maleza, o perdidos en lugares inaccesibles de los montes. De hecho, la ola de incendios de 2006 dejó al descubierto unas piezas en las faldas del monte Xiabre.

En lo que también coinciden es en que los grabados rupestres pueden ser un atractivo turístico y, por extensión, un recurso económico. Algunos ayuntamientos han explorado esta veta relacionada con el turismo cultural o de naturaleza, siendo el más aventajado el de Campo Lameiro, donde la Xunta de Galicia ha construido el Parque Arqueolóxico da Arte Rupestre.

La cifra de piedras en O Salnés es muy inferior a la de esta localidad o la de Cotobade, pero algunos profesionales creen que es un atractivo que podría complementarse con otros yacimientos arqueológicos, como son los castros. En O Salnés la Diputación ha invertido mucho dinero en excavar los de Monte do Castro (Ribadumia) y A Lanzada (dentro del término municipal de Sanxenxo) y en su día también se hizo algo en O Castriño (Vilagarcía), aunque en la actualidad presenta un estado de completo abandono.

Los más conocidos

Los petroglifos de Os Ballotes (Bamio, Vilagarcía) son probablemente los más conocidos de O Salnés y Ullán. Esto se debe a varios factores, como que han sido investigados por autores del peso de Fermín Bouza-Brey o su ubicación, a pocos kilómetros de Vilagarcía y en un lugar de fácil acceso desde la carretera PO-548, que comunica la capital arousana con Catoira, Valga y Pontecesures.

Las piedras grabadas están en un prado ligeramente inclinado, en una finca con vistas a la ría de Arousa y la sierra de Barbanza.

Consta de al menos diez rocas grabadas, en las que se combinan elementos geométricos con preciosistas representaciones de animales, entre las que se incluyen ciervos y lo que, según expertos como Buenaventura Aparicio Casado y Antonio de la Peña Santos, podría ser un jinete a caballo.

La piedra principal está ligeramente inclinada, y según los expertos Casado y De la Peña en ella se combina la representación canónica de los cérvidos con otros de factura más tosca, lo que según ellos permitiría la definición de un cierto "estilo arousano" en el conjunto del grupo gallego.

Os Ballotes también es posiblemente la estación más conocida de O Salnés y Ullán por el hecho de que algunas asociaciones han intentado ponerlos en valor, como es el caso del Ateneo Mar de Arousa, que ha organizado las populares visitas nocturnas a la estación.

Otros lugares

También es muy conocido el conjunto de Outeiro do Cribo (Armenteira, Meis) que también es de fácil acceso. Se llega torciendo a la izquierda en la carretera que une Armenteira con el campo de golf de O Castrove, unos pocos kilómetros antes de llegar a la instalación deportiva. Para algunos expertos es especialmente valiosa la representación del laberinto, que ponen en relación con la leyenda mediterránea del Minotauro, lo que demostraría, según ellos, la existencia de relaciones comerciales culturales entre los pueblos del Mediterráneo y del Atlántico ya en el tercer milenio antes de Cristo. También existen figuras de ciervos.

Los grabados de Valga se conocen como "Pedra da Serpe", y se encuentran en el Monte dos Vilares. Esta en una zona más apartada de las carreteras que las dos anteriores, ya que hay que desviarse de la carretera nacional 550 para llegar a Raxoi, seguir después hasta el lugar de As Laceiras, y aún después recorrer más de un kilómetro de pista forestal. Lo más destacado de esta roca son los grandes círculos concéntricos y un par de líneas ondulantes paralelas, por las cuales fue posteriormente bautizada como "das Serpes".

Finalmente, la Pedra das Tixolas de Catoira se encuentra en el lugar de Abalo, y también es relativamente fácil llegar por carretera. Consta de una colección de círculos concéntricos y cruciformes.

Otras localidades donde se encuentran inscripciones, aunque más simples, son Cambados, donde hay una piedra con varias oquedades en el castro de Sete Pías (aunque hay investigadores que sostienen que son el producto de la erosión natural) o Meaño, cerca de la cumbre del monte de San Cibrán, en Cobas.

Otro de los atractivos de los petroglifos son que en cortos viajes en coche se pueden conocer otros monumentos de primer orden, como los monasterios de Armenteira y Poio en el caso de los de Meis; la isla de Cortegada o el conjunto de Vista Alegre, en Os Ballotes; o las Torres de Oeste para los que se animen a conocer los grabados rupestres de Catoira.

Muchos arqueólogos consideran que los petroglifos fueron grabados en el seno de las comunidades de campesinos de hasta el cuarto milenio antes de Cristo, y que son la representación simbólica de una época en la que empezaron a surgir las diferencias sociales entre los miembros de los clanes. De ese modo, según esta teoría, los petroglifos se habrían hecho para prestigiar a determinados individuos o familias. Otros investigadores apelan a la posibilidad de que sean marcas de territorio, o la representación del mundo espiritual o religioso de aquellas comunidades primitivas.