Son muchos los habituales de las playas que pueden dar fe de lo que se puede sufrir con la picadura de una faneca brava. Síntomas como el dolor, la inflamación o la fiebre son muy comunes en los afectados por esta amenaza veraniega muy latente en playas abiertas como las que abundan en O Grove.

Allí los voluntarios de Protección Civil destacan por tener bien aprendido todo el protocolo. La experiencia es un grado en este sentido puesto que el año pasado tuvieron que atender un total de 1.795 picaduras en los apenas tres meses que dura la temporada estival. Las cifras en lo que corresponde al presente año no le van demasiado a la zaga puesto que desde que se inauguró el dispositivo de seguridad en playas el pasado 28 de junio ya han sido más de cincuenta las curas realizadas.

Adrián Lijó, jefe de la unidad de socorristas de playa en la localidad grovense, deja claro que "las fanecas están a la orden del día". Si bien deja claro que las atenciones aumentan en función de factores como la marea baja o el número de personas que se concentren esa jornada en los arenales.

"La bajamar es su hábitat. Las fanecas están enterradas en la arena y sus púas apenas sobrepasan la lámina de agua que se forma en las orillas", apunta el socorrista grovense, quien además deja claro que "los bañistas somos los cuerpos invasores. Las fanecas están siempre ahí, todo el año, pero es en verano cuando hay más pies que pueden acabar picados".

En el capítulo de prevenciones la única alternativa posible es calzarse unas sandalias de playa. Otra cuestión es el procedimiento a seguir. Los puestos de socorrismo son el lugar al que acudir. Allí el procedimiento se inicia por la localización del pinchazo para posteriormente introducir el pie en agua caliente durante aproximadamente una hora con el objetivo de inactivar una toxina que es termolábil, es decir, que pierde propiedades con el calor.

La aplicación de una pomada antihistamínica es el siguiente proceso para luego dirigirse a una superficie caliente para caminar sobre ella para que el organismo termine eliminando definitivamente todo resto del veneno. "La parte alta de la playa con la arena caliente o cualquier roca es buen lugar para que la zona de la picadura sienta calor y termine por mitigar el efecto de la toxina", apunta Lijó.

Los largos arenales de playas como A Lanzada, Raeiros, Area da Cruz o Seixeliño son los focos de mayor concentración de picaduras de toda la ría. La explicación es sencilla. "Son lugares más expuestos a la entrada de las olas y eso arrastra a estos peces hacia tierra".

Respecto a como actuar en caso de que el encuentro con las fanecas se produzca en una playa sin puesto de socorrismo, Adrián Lijó deja bien claro que "hay que buscar el calor cuanto antes. Ya sea caminando o en agua. Es muy poco probable que el aguijón se quede dentro del pie, pero si no se actúa con la diligencia y rapidez necesaria la molestia puede perdurar durante varios días con todas las incomodidades que eso supone".

La hinchazón de la zona es el primer síntoma evidente, pero como explica el socorrista grovense, "es muy poco habitual que haya sangrado, lo que hace que con la aplicación del calor todo vaya recuperando su aspecto normal. Lo que no se puede evitar es el dolor que se siente con la picadura. Solo podemos aliviarlo".

Pero no solo las fanecas bravas amenazan la tranquilidad del bañista. Otros habitantes del ecosistema playero son los erizos y las medusas, si bien su grado de intervencionismo en la alteración del bienestar del inquilino de sombrilla y bañador es muchísimo menor. El propio Adrián Lijó recuerda que "solo hemos intervenido en una ocasión por una medusa en lo que va de verano". Además, recuerda que los que quieran informarse antes de someterse a los "peligros" del fondo marino pueden dirigirse a la web infolanzada.com.