-Se vivieron momentos de enorme tensión, y sin embargo no hubo actos violentos contra el banco o sus trabajadores.
-Siempre tuvimos claro que la presión más dura que podíamos hacer era sobre la imagen del banco, y posteriormente, cuando tuvimos liquidez, con la retirada de fondos de las cuentas.
-¿No hubo gente que plantease en las asambleas recurrir a acciones más drásticas, violentas?
-Las plataformas hemos amortiguado más de una vez impulsos particulares de gente que estaba muy alterada. Incluso nos han llamado los directores de sucursales para pedirnos que fuésemos a buscar a afectados que habían ido a la oficina a título particular y que habían perdido los nervios.
-Si se hubiesen producido episodios violentos quizás habrían perdido la legitimidad social.
-Habríamos perdido legitimidad social, sí, pero es que además la violencia no estaba en nuestro espíritu. Aunque los portavoces seamos personas jóvenes, el grueso de las plataformas lo componían jubilados que no apostarían por la violencia, aunque estaban afrontando una de las situaciones más traumáticas de sus vidas.
-Ustedes creen que el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores fueron de alguna forma cómplices con la supuesta estafa.
-El Banco de España y la CNMV sabían que algo raro pasaba cuando los bancos movían cantidades tan grandes de dinero y aún así no actuaron. El problema empezó en 2003, y con el tiempo los controles se relajaron tanto que llegamos al caos.
-Donde sí obtuvieron un respaldo contundente fue en la justicia. Les apoyó el fiscal jefe, Carlos Varela, y algunos juzgados resolvieron las demandas muy rápido.
-Sí, la justicia fue implacable. Carlos Varela habló de estafa desde el principio, y los jueces de instrucción también aludieron a la mala intención que escondían todos estos productos.
-¿Pensó alguna vez que perderían la batalla?
-Realmente no, porque siempre que se cerraba una puerta se abría una ventana.
