En el estado central parecen tener claro, y de ahí el Plan Sectorial de Turismo de Naturaleza 2014-2020, que la biodiversidad "es uno de los principales factores que motivan los viajes, ya que la variedad de paisajes y ecosistemas bien conservados actúa como atractivo básico de los destinos turísticos".

Esta circunstancia, como bien saben en localidades como O Grove, donde cada vez cobran mayor fuerza experiencias como la ornitología, "es especialmente relevante en el caso del turismo de naturaleza, que se basa en el conocimiento, disfrute y contemplación de la diversidad biológica".

Al trazar esta hoja de ruta para situar a España en el mapa mundial de turismo verde, se ha tenido muy en cuenta que "el vínculo con una biodiversidad en buen estado de conservación que tiene el turismo de naturaleza exige que su desarrollo y promoción tenga especialmente en cuenta la sostenibilidad ambiental de sus actividades y se asegure la compatibilidad entre uso y disfrute del medio con su conservación adecuada".

Esto significa que el uso y disfrute de la naturaleza es perfectamente compatible con diversos tipos de actividades y la afluencia de visitantes. O dicho de otro modo, que para preservar un espacio natural privilegiado no es necesario aislarlo del mundo, sino que basta con saber tratarlo.

Esa es una de las claves del Plan Sectorial, que pretende "poner en valor la biodiversidad para impulsar el turismo de naturaleza como actividad económica generadora de empleo, asegurando siempre la correcta conservación de los valores naturales del territorio". Y esto es tanto como decir que se quiere "integrar los objetivos de conservación de la biodiversidad en las políticas relacionadas con el turismo y posibilitar la inversión en biodiversidad creando empleo, crecimiento económico y estabilizando la población rural".