La familia López Ballesteros era un típico ejemplo de dedicación a la política: Diego fue diputado en 14 ocasiones, y sus hermanos Rafael y Romualdo también fueron elegidos para dichos cargos, aunque con menor frecuencia. Por si fuera poco, también un primo ostentó dicho papel en alguna ocasión. La explicación a tal número de veces que Diego fue diputado es el fácil control gubernativo que había sobre las elecciones. Una vez dentro del sistema no era difícil permanecer en el mismo si el gobernador y el gobierno de la nación lo creían conveniente, y el aspirante era lo suficientemente inteligente como para no oponerse al mismo.

Hay que tener en cuenta que en la época en que Diego López Ballesteros inicia su carrera política, año 1837, las condiciones para ser elector eran, según las notas del historiador José Ramón Barreiro, las siguientes: "Pagar anualmente 200 reales de contribución directa o una renta líquida anual no inferior a 1.500 reales, pagar en calidad de arrendatario o aparcero una cantidad no inferior a 3.000 reales, y ser mayor de 25 años". Ello se traducía en que por ejemplo en Galicia, de una población de algo más de l.471.982 habitantes, los electores eran solamente 44.137, lo que representaba aproximadamente el 2,9%. A nadie se le escapa que con estos porcentajes era fácil controlar las elecciones.

Nuestro personaje reunía todas las características para llevar una buena carrera política: era hijo de alguien importante, había recibido una sólida educación y supo mantenerse en el sistema sin graves enfrentamientos.

Como diputado, casi siempre por el distrito de Prado, fue escalando puestos con tenacidad en el parlamento, llegando a ser vicepresidente del Congreso entre 1859 y 1862, y finalmente presidente del mismo en el año 1863.

Dentro del organigrama gubernamental ostentó entre otros el cargo de Director General de Arbitrios de Amortización. Sin embargo, el gran salto lo dio cuando en 1864 fue nombrado Ministro de Ultramar en el gobierno de Alejandro Mon, y el pleno municipal de Vilagarcía que esperaba mucho de este nombramiento hizo en marzo de dicho año una solemne declaración del nombramiento como ministro de Diego López Ballesteros. Dijo el alcalde que: "No pudo por menos de manifestar la satisfacción que había recibido con la ascensión al poder del nuevo Ministerio y en particular de la del hijo de este suelo elevado a tan alta categoría de la que le considera muy digno por sus relevantes méritos y circunstancias, abrigaba la íntima convicción de que dicho Sr. Ministro no olvidándose como se ha olvidado jamás de su pueblo natal, haría en su obsequio y memoria cuanto pudiera y estuviera de su parte".

La corporación, en la esperanza que el nuevo ministro beneficiara a Vilagarcía, acordó "se ruegue y suplique a todo el vecindario, ilumine voluntariamente sus casas en la noche de este día, anunciándose dicha iluminación con repique de campanas voladoras, y música por las calles, y que la Casa del Ayuntamiento se ilumine con el mayor gusto posible delante de la cual se ascienda un Globo con la inscripción siguiente: El Ayuntamiento y Pueblo de Villagarcía a su hijo nativo Exmo. Sr. D. Diego López Ballesteros, Ministro de Ultramar".

Esto en principio parece un comportamiento normal entre los concejales que representan al pueblo, cuando uno de sus vecinos es nombrado ministro. Sin embargo, lo verdaderamente curioso de todo esto, es que el pleno decide que los gastos que ocasionen esta conmemoración sea a cargo de dichos concejales junto con el secretario municipal.

Desgraciadamente, Diego López Ballesteros poco pudo hacer por su pueblo ya que estuvo en el Ministerio de Ultramar seis meses y quince días, con problemas verdaderamente graves como fue la guerra con la República de Santo Domingo y el contencioso con el Perú. A ello había que añadir la grave crisis financiera (frecuente en aquellos años) que detenía cualquier intento de actuaciones de su ministerio.

No es por ello extraño, que el historiador Natalio Rivas en su libro biográfico de Luis López Ballesteros - padre de Diego - no halla ninguna actuación importante durante su ministerio de Ultramar. Por el contrario, el también historiador Emilio González López opina que "siendo la figura política más respetable y respetada del partido moderado en su provincia natal?".

De cualquier forma, y consciente de su labor en medio de los problemas que tuvo que sortear, el gobierno le gratificó con la Orden de Carlos III que también le había sido concedida a su padre Luis anteriormente.

Al margen de la política, nuestro personaje era un mecenas que ayudó cuanto pudo a los artistas de su época. El más conocido de sus protegidos fue el escultor Juan Sanmartin y Serna, al que ayudó "hasta el extremo que poco antes de su muerte recomendó a su hijo Nicolás" que lo protegiese en cuanto pudiera.

Este escultor nacido en Compostela en 1830 adquirió gran renombre por la estatua en bronce del escultor Felipe de Castro, que aun se puede admirar en su villa natal de Noya, así como la estatua de Colón que esculpió en mármol para el Congreso de Diputados y para el Senado. En Santiago es muy conocida su escultura dedicada al marino Méndez Núñez, erigida en el paseo de la Alameda, y costeada por suscripción popular.

De su labor en pro de la cultura española sirve como ejemplo, que fue un socio importante de la "Sociedad para propagar y mejorar la educación", con personajes tan importantes como Alcalá Galiano, el duque de Bailén, el marqués de Casa Irujo, el conde de Cuba, Nicasio Gallego, el duque del Infantado, Mesoneros Romanos, etc.

En igual sentido hay que considerar su labor en el "Ateneo Científico" de Madrid, en el que ostentó el cargo de Contador.

Otro aspecto poco conocido de Diego López Ballesteros es que en el año 1840 compró la isla de Cortegada a la Junta de Ventas de Bienes Nacionales en la cantidad de 44.058 reales de vellón con 28 maravedies, cuya historia ha sido extensamente investigada y expuesta por el profesor Daniel Garrido en un conocido libro.

Diego López Ballesteros falleció en Madrid en el año 1874.