Desde hace década se plantea periódicamente en Galicia un debate sobre las ventajas y perjuicios que puede causar el cultivo de mejillón en batea. Algunos apuntan que esta actividad provoca una importante degradación del medio marino, al depositar escombros sobre el lecho de las rías y acumular una gruesa capa de lodo. Otros, por el contrario, apelan a la capacidad depuradora del bivalvo y lo presentan como un elemento capaz de generar riqueza, indicando además que la presencia y desarrollo de determinadas especies de crustáceos y peces es mucho mayor allí donde hay viveros flotantes.

En el Consello Regulador do Mexillón de Galicia tratan ahora de "desmontar falsas creencias sobre los lodos", pues "desde los años ochenta algunas voces aseguraron que el mejillón genera enormes cantidades de lodo que se acumula en el fondo de las rías".

Ángeles Longa, una doctora en Biología que ejerce como responsable del departamento de I+D del propio Consello Regulador, recalca que "el cultivo de mejillón extrae materia orgánica del mar, ya que convierte eficientemente parte de la productividad natural en un alimento de calidad contrastada, evitando que una fracción de la materia orgánica se sedimente".

La doctora aprovecha la última publicación del boletín informativo trimestral editado por el Consello Regulador para dar a conocer sus planteamientos y recordar que diversos estudios ya apuntaban a la existencia de grandes cantidades de lodos en el fondo de rías como la de Vigo, incluso desde mucho antes de la implantación de las bateas de cultivo.

Para demostrar su teoría, Ángeles Longa declara que en 1916, dos años después de la creación del Instituto Español de Oceanografía (IEO), la primera campaña científica desplegada en las aguas gallegas permitió comprobar que en las zonas interiores de las Rías Baixas, y particularmente en la de Vigo, había grandes cantidades de lodos "ricos en materia orgánica", avalando así los resultados introducidos en 1910 en la Carta de la Ría de Vigo elaborada por la Comisión Hidrológica.

La doctora Ángeles Longa añade que en años sucesivos, diferentes campañas corroboraron también la presencia de fangos o lodos cargados de materia orgánica dentro de las rías, e incluso apunta que en el año 1956 Antonio Fernández del Riego, químico del IEO de Vigo, destacaba que algunos lugares de dicha ría presentaban espesores de sedimentos fangosos con casi veinte metros de grosor.

Especialmente llamativa resultaba la acumulación de los lodos en la ensenada de Rande, "lo que ocultaba completamente los famosos galeones hundidos durante la batalla naval de 1702".

Proceso lento

Tal era la presencia de fangos que Fernández del Riego llegó a presentar la ría de Vigo como "una inmensa ciénaga de proceso lento", según destaca ahora Longa.

Estudios posteriores de diferentes científicos "permitieron esclarecer los factores que determinan la enorme riqueza de las aguas gallegas y constatar que en época estival los vientos del norte originan la entrada en las rías de aguas frías profundas cargadas de nutrientes -proceso de afloramiento costero-, lo cual permite el crecimiento de enormes volúmenes de las microalgas (fitoplancton) de las que se alimenta nuestro mejillón".

Lo que sucedió, explica la bióloga, es que sin base científica para ello, "se asentó con los años la idea de que los lodos están vinculados al cultivo de mejillón", a pesar de que esos fangos pueden proceder de diversas fuentes, y entre ellas está, en relación con lo apuntado anteriormente, el aporte de origen natural que supone la elevada producción de plancton en Galicia.

Eso sin olvidar, ni mucho menos, otros factores que se antojan concluyentes, como por ejemplo los materiales arrastrados por los ríos, las aguas de escorrentía y los vertidos propios de la actividad humana e industrial.

Sobre todo ello reflexiona Ángeles Longa, que en este sentido recuerda que en el año 2011 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) e investigadores de la Universidad inglesa de Southampton "determinaron que la mayor fuente de materia orgánica en la ría de Vigo proviene del afloramiento costero", a lo que se suma el hecho de que "los ríos, los asentamientos poblacionales y las industrias aportan anualmente unas 725 toneladas de carbono orgánico".

Es, una vez llegado a este extremo, cuando la bióloga Ángeles Longa espeta que "ya antes de desarrollarse el cultivo del mejillón las rías gallegas se caracterizaban por la presencia de lodo rico en materia orgánica depositado sobre sus fondos".