El episodio tóxico que afecta a las rías gallegas desde principios de abril no solo no remite, sino que por momentos tiende a empeorar. Si hace un par de semanas se alertaba de la llegada de toxina amnésica (ASP), lo cual contribuía a reforzar los cierres de bateas provocados por la toxina diarreica (DSP), ahora hay que decir que las células tóxicas siguen haciendo estragos, como lo demuestra el hecho de que ayer se decretara el cierre otros dos polígonos bateeiros, como son los Redondela B-G y Redondela D, en la ría de Vigo.

Quiere esto decir que en esas aguas al sector solo le queda uno disponible, el Redondela C-F, mientras que en Arousa solo puede sacarse mejillón de los Pobra G, Vilagarcía A y Cambados A2.

Pero eso es todo. Cuatro polígonos disponibles -de un total de 50 en Galicia- es lo poco que puede ofrecer actualmente un sector mitilicultor desesperado ya desde hace meses, pues no hay que olvidar que la recta final de 2013 fue un desastre absoluto, también a causa de las biotoxinas.

Lo cierto es que la evolución de las mismas en el presente ejercicio parece un calco del anterior, cuando los cierres comenzaron a finales de marzo o principios de abril. Llegado el mes de junio de 2013 se registró una leve y breve mejoría, sobre todo en aguas de Arousa, pero en líneas generales los cierres volvieron a ser generalizados en julio y agosto.

La mayoría de las bateas reabrieron en septiembre, pero fue solo un espejismo, pues regresaron las biotoxinas y el último trimestre del año se caracterizó por un desabastecimiento absoluto de los mercados.

Diversos dirigentes bateeiros calificaron 2013 como "el peor año de la historia" para el sector, y el problema es que sin tiempo para recuperarse de aquello ahora está sucediendo de nuevo.

Consideran en el sector -ya lo dijeron en su momento y ahora insisten en ello- que estos interminables cierres son consecuencia directa de la implantación del nuevo método analítico, el sistema químico impuesto por la Comisión Europea para reemplazar al bioensayo en ratón practicado desde hace décadas. Y esta sospecha hace que una y otra vez exijan explicaciones y soluciones a la Xunta de Galicia.

Pero mientras tanto a los bateeiros solo les queda resignarse mientras permanecen de brazos cruzados en este periodo de inactividad que, en buena lógica, afecta igualmente a depuradoras de moluscos, cocederos y fábricas conserveras.

Sin posibilidad de efectuar las descargas y atender los pedidos, algunos de los mejilloneros aprovechan para realizar mejoras en sus viveros flotantes, mientras que otros limpian las cuerdas y unos pocos preparan la siguiente campaña, aunque quizás lo hagan menos ilusionados que nunca, porque "si no podemos sacar mejillón por la toxina y no vendemos, difícilmente podemos pensar en el futuro".

Los que sí lo hacen, o los que tienen sitio en sus parques para colgar las cuerdas de mejilla, aprovechan estos días las mareas para recolectar esa semilla del mejillón por las rocas del litoral, especialmente en la Costa da Morte. Pero la mayoría no puede hacerlo porque sus viveros están ocupados con el mejillón de talla comercial que solo espera las remisión de las biotoxinas para salir al mercado.