Poco más de medio minuto. Eso es lo que les llevó a Marcos Prado y David Outeda cazar a los pequeños gallos que habían sido liberados, en una de las escenas más singulares de la fiesta de San Cibrán de Cobas, en Meaño. El desbroce de vegetación realizado estos días en la ladera dejó apenas sin parapeto alguno a las aves, las cuales no pudieron acabar escurriéndose hasta ocultarse en el monte como el pasado año.

Uno de los ganadores, Marcos Prado ya es todo un experto en estas lides: "Debe ser el cuarto año que cojo uno de los quicos, suelo venir porque me gustan estas aves para luego criar en casa", declaró.

La "solta de quicos" se completó con otros juegos, como carreras de sacos, el baile de la silla, el tiro de cuerda o la también tradicional "carreira do mirador", una prueba atlética improvisada que consiste en dar tres vueltas al alto y en la que repitió premio David Outeda, mientras que la carrera infantil fue para Clara Torres.

El San Cibrán de Cobas reunió durante el día de ayer a un centenar de personas en el alto del mirador. El calor de la jornada y el tirón de los furanchos abajo en el pueblo hicieron que los vecinos de Cobas participaran poco. Por la mañana solo subieron cuatro tractores engalanados a modo de procesión con charanga incluida hasta el alto (los cuatro promovidos por la comisión organizadora), y tras la misa solo dos mesas de la decena que había habilitadas se ocuparon con almuerzos de familias o grupos de vecinos de Cobas.

El calor también fue negativo, puesto que al final la comisión no pudo asar churrasco, como tenía previsto, por la prohibición de la Xunta de hacer fuego en el monte por el riesgo de incendio.

Pese a todo, la comisión trabajó con ahínco para que los presentes estuvieran a gusto. Tras la misa se sirvió un aperitivo a base de chorizo, empanada, cacahuetes "y algo de churrasco que subimos asado desde el pueblo" apunta uno de los organizadores, y tras el almuerzo, hubo una degustación gratuita de roscón para todos los asistentes.