Francisco Peña fue el abuelo del insigne escritor Ramón del Valle-Inclán y desde luego era un político local con profundos conocimientos de los manejos locales ya que a lo largo de su vida fue nada menos que alcalde en nueve ocasiones, algo por debajo de su sobrino Manuel Domínguez del Valle, pero mucho más que su yerno Ramón del Valle Inclán Bermúdez.

Era además Francisco Peña una persona de bastante fortuna y de extraordinarias relaciones públicas, por lo que no es extraño que el arzobispo de Santiago, Miguel García Cuesta, extraordinariamente preocupado por "recomponer la situación pastoral, deteriorada en los últimos años del pontificado de fray Rafael de Vélez", se fijara en él para el traslado de la primitiva iglesia parroquial desde San Cibrán de Cálogo a la capilla de A Pastoriza. La causa que alegaba el arzobispo y el cura párroco, Benito Núñez, era el gran deterioro material de la de Cálogo y la distancia que había entre ésta y el centro de la población de Vilanova, que por entonces alcanzaba aproximadamente los 600 habitantes, muy por debajo sin embargo de los más de 1.000 que tenía Baión.

El problema que se presentaba, era como siempre el costo que suponía la transformación de la vieja capilla de A Pastoriza en nueva iglesia parroquial.

Es por ello, que el 8 de enero de 1858, Francisco Peña escribe conjuntamente con el cura párroco una carta al arzobispo García Cuesta para exponerle los problemas económicos del cambio de capilla a iglesia parroquial: "Los que suscriben, comisionados por V.E. para dirigir las obras de la capilla nombrada de A Pastoriza y destinada a iglesia parroquial de esta villa, han dado todos los pasos posibles a conseguirlo y formado por peritos inteligentes el presupuesto de dichas obras alcanza la cantidad de 14.500 reales, siendo esta todo lo más económico que pudo escogitarse, y que quede una iglesia proporcionada al vecindario.

Para ello se cuenta con 4.000 reales de fondos de la fábrica (los procedentes de la primitiva de San Cibrán de Cálogo), 2.000 que V.E. se dirigió ofrecer, 3.000 que pudimos reunir de oferta de los vecinos pudientes siendo los nuestros mayores, y 1.800 de los más vecinos labradores, cantidad en la que presupuestaron los dos mil carros de piedra, teja y maderas que hay que conducir de la iglesia vieja a la obra proyectada, cuyo acarreo harían aquellos".

De acuerdo con estas notas, había un déficit de 3.700 reales, por lo que solicitaban del arzobispo que aportara esta cantidad para el buen resultado de las obras.

La contestación que recibieron del arzobispo, resultó un tanto decepcionante. Éste les comunicaba que "exciten de nuevo a la parroquia a contribuir con algo más de limosnas", ordenándoles a la vez que "se venda a su tiempo el sobrante de los materiales de la iglesia vieja", pero que en todo caso, que inicien las obras cuanto antes ya que "llegado el caso se buscará lo que falta para el completo".

Poco dinero debieron conseguir los de la comisión parroquial ya que en octubre es el arcipreste de O Salnés el que toma cartas en el asunto, comunicando al arzobispo que efectivamente había mucha distancia entre Cálogo y el pueblo de marineros que era Villanueva, "sin instrucción religiosa", pero que la capilla de A Pastoriza se hallaba también muy deteriorada y que no bastaba con ensanchar la capilla. Por ello exponía una serie de propuestas tendentes a la transformación de la capilla en iglesia, pero sin que fuera necesario derribar la primitiva de Cálogo, que podría quedar para el culto, aunque solo "para las festividades de Semana Santa, Corpus Christi y Patrón". Las propuestas del arcipreste eran en síntesis las siguientes: hacer una sacristía en la parte norte, trasladar a la nueva iglesia el retablo de la capilla de San Mauro, "si es que existe" realmente, utilizar sus tejas para la nueva iglesia y por último que "si sobran fondos se haga una espadaña mayor en la capilla de la Pastoriza en la que deberá colocarse una de las campanas del campanario" sustituyendo a la pequeña que tenía la capilla.

Gracias a las investigaciones de Paco Charlín, se sabe que el 4 de noviembre de 1858, el arzobispo escribe al párroco de Vilanova comunicándole como debería quedar la futura iglesia de A Pastoriza en los aspectos presentados como problemáticos, aceptado en líneas generales las opiniones sugeridas por el arcipreste de O Salnés: "Referente al derribo del tinglado o portal que tiene delante la capilla de la Pastoriza, atendidas las irreverencias que en él se cometen, ha pedido informes sobre la conveniencia de derruirlo y ensanchar la capilla para poder fijar definitivamente en ella la iglesia parroquial, y resolver qué sería lo más conveniente cerrar dicho tinglado aprovechando la madera de la capilla contigua titulada de San Mauro por el ningún servicio que presta al vecindario, y porque se halla en estado de abandono: que a la parte del norte de la Pastoriza se construya una sacristía utilizando la puerta que tiene a esta parte; que se utilice además la reja y los enseres servibles; si existiese retablo en la capilla de San Mauro, que se traslade a la iglesia parroquial para que continúe la devoción de los fieles al santo, poniendo una cruz de piedra donde hubo el altar. Que todas estas obras se costeen por cuenta de los fondos que actualmente tiene la fábrica (de Cálogo) y de la que resulte de las cuentas tomadas al Ecónomo D. Cipriano Abalo, y si alcanzasen los fondos, que en la capilla dicha de la Pastoriza se haga una espadaña mayor en que se han de colocar la campana que se estraiga de la parroquial, sustituyéndola con la pequeña que tiene la capilla. Que de este modo quedaría servible como iglesia la capilla de la Pastoriza, y solo se usaría de la parroquia en las festividades de Semana Santa, Corpus Christi y Patrón".

Termina la carta advirtiéndole al párroco que cualquier problema que surja se le comunique al arcipreste que es "persona inteligente".

En septiembre de 1859 el arzobispo donó 2.000 reales para las obras, y la familia Goday prometió también otros 500 reales "para dar principio a la obra que hace tiempo estaba proyectada en la capilla de la Pastoriza de esta villa con el fin de habilitarla para iglesia parroquial".

Restauración a mitad del XIX

Es en este año de 1859 cuando se inician las obras, comunicándole el arcipreste al arzobispo que la obra quedará terminada "en diciembre próximo" y se verá "si puede venderse el material sobrante".

Es definitivamente en octubre de 1860 cuando las obras debieron finalizar, aunque el arcipreste le comunica al arzobispo "que las obras de la iglesia no han quedado seguras", contestándole el prelado que demanden al empresario responsable de la obra. Se inicia así un proceso judicial en Cambados que todavía estaba sin solucionar en noviembre de 1861. A la vez, el arcipreste acusa a la comisión parroquial encargada de obtener fondos y vigilar las obras, y especialmente a Francisco Peña, de que "no toma demasiado interés en solucionar el problema de la inseguridad de la obra ante los Tribunales".

La iglesia de A Pastoriza continuó como parroquial hasta el año 1957 y en la misma se bautizaron personajes tan importantes como Ramón del Valle-Inclán y los hermanos Julio y Francisco Camba. En dicho año de 1957 es consagrado el nuevo templo bajo la advocación de San Cipriano con la asistencia del cardenal de Santiago, Fernando Quiroga Palacios.

Desde entonces, la iglesia de A Pastoriza quedó abandonada, y el viento y la lluvia fueron corroyendo sus paredes, tejados y altares.

Recientemente, se ha constituido una comisión vecinal formada por Constante Morrazo Cores, Francisco Chazo Charlín, Mª Elda Amparo Froiz Rogel, Manuel Portas Castro, José Antonio Lemiña Losada, Gonzalo Durán Hermida, Emilio Resúa Rey y Pablo Ventoso Padín, con los claros objetivos de recaudar fondos para su rehabilitación.